Capítulo diez.

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DIEZ: TRATO ESPECIAL.

● Selley: 

—¿Otra más? –dijo Sam al entrar por la puerta– ¿Qué os pasa a todos hoy?

—¿Qué estás diciendo? –pregunté sin levantar la vista del móvil.

—Primero Harry, furioso con todo el mundo, y luego tú, ahí deprimida. ¿Qué has hecho ya?

—¿Por qué tendría que haber hecho algo?  –intentaba irme por evasivas, y evitar todas sus preguntas, pero mi compañera no paró de hablar hasta que se tumbó a mi lado en la cama.

—¿Quién es ella? –preguntó fijándose en la mujer de las fotos que estaba viendo en mi IPhone.– Es muy guapa –añadió.

—Es mi madre. Y sí, era preciosa.

—Oh, lo siento yo…

—Compasión no, por favor.

—Entonces, dime, ¿Qué le has hecho a Styles?

—¿¡Por qué tiene que ser culpa mía!? –no quería explicarle a Sam lo que había pasado, pero sabía que acabaría convenciéndome.

—Desembucha.  ¿O tengo que ir a preguntarle al mismísimo Harry?

—Está bien, te lo resumo–

—Sin resúmenes ni hostias, a mí con detalle, incluido el del…

—¡No hubo sexo! –la corté, sabiendo lo que iba a decir– Lo único que pasó fue que, el señor Gaffigan se empeñó en que nos quedásemos a ensayar el primer acto para mañana, y tras una falsa pared, encontramos un piano.  Harry quiso dedicarme una canción, por así decirlo. Pero la canción que…–

—Para, para. ¿Styles? ¿Harry Styles? ¿Te tocó el piano?

—Sí. ¿Por qué es tan raro?

—Joder tía, ¿¡Qué le has hecho a Harry!?

—Pero… –dije aún más confusa.

—Nadie ha conseguido nunca que Styles toque en público el piano. Ni siquiera la profesora de música, obligándolo en clase. Él toca solo en el auditorio y no deja que nadie lo escuche. Ni siquiera Mía, que se lo ha pedido millones de veces, ha conseguido convencerlo. ¡Y la cuestión es que toca como los ángeles! Todas, incluso la pelirroja, hemos ido a escucharlo detrás de la pared simplemente para oírlo aunque fuesen unos segundos. ¡Y tú dices que él te dedicó una canción! 

—La verdad, lo poco que escuché, sí que tocaba bien.

—“Sí que tocaba bien” –imitó mi voz, con burla– ¿¡Bien!? ¿Sólo bien? Tocar el piano es como su…

—¿Talento oculto?                     

—No, su talento oculto lo tiene en los pantalones. Dejémoslo en su especialidad. ¿Y por qué te has ido?

—Porque de todas las canciones imaginables, decidió tocar la única que no debía.  Set fire to the rain, es la canción que me tocaba mi madre en el piano del salón.  Tan pronto como escuché los primeros acordes, la recordé. Iba a llorar, no quería hacerlo delante de él.

—¿Eres idiota? ¡Deberías haberte quedado! Luego vendría el abrazo, el beso, el s…

—¡Eres increíble! –grité molesta antes de que pudiese acabar.

—Por lo menos discúlpate, ¿no?

—¿Tan importante para él es su piano?

—¿Tú qué crees? Además, ¿no tienes curiosidad por saber por qué eres la única persona a la que dejó escucharlo? Igual le gustas.

—No digas tonterías, si tu hubieras estado allí, te lo habría tocado a ti.

—Aunque parezcas inteligente a simple vista, eres retardada.

—Yo también te quiero. Iré a disculparme de una vez a ver si así dejas de tocarme los…

—Haces bien. –dijo sentándose cual indio en mi cama.

—Llevo tiempo aquí, y no puedo decir que conozca a Harry, pero no parece el típico chico sentimental en estos casos. 
—¿¡Pero tanto te cuesta ir a su habitación y explicárselo!? 

—¿A su habitación? –dije dirigiéndome a la puerta.

—¿A dónde si no? 

—¿Habitación de Mía? –pregunté girando la cabeza. 

—37 –rodó los ojos y salí, sabía al cien por cien que estaría allí. 

Recorrí el pasillo hasta que me detuve frente a la habitación. Cerré los ojos y me concentré en el oído. No parecía oírse nada extraño, así que supuse que no interrumpiría nada.  Decidida y segura de que estaría allí, di dos golpes en aquella puerta.

—Pero si es la nueva  –dijo  con sorna  y una mirada de asco aumentada, ¿nunca se cansaría de llamarme así? –¿Qué te trae por aquí?

—Vengo a buscar a Harry, sé que está aquí.

—Pues, en realidad él… –intentó mentirme, pero no contaba con que Harry la interrumpiese.

—¿Quién es, Mía? –lo oí por detrás y ella rodó los ojos, para después volver a sonreírme falsamente.

—Harry, aquí hay alguien que te busca –acabó por decir, mientras entraba. Poco después Harry se encontraba ante mí. 

—¿Allison? –escupió mi nombre en forma de pregunta – ¿Qué quieres?

—Yo… vengo a disculparme por haberme ido antes así.

—Sí es solo eso, puedes largarte.

—¿Siempre eres así con todo el mundo?

—No, es tu trato especial.

—Esto es inútil.

—Veo que te has dado cuenta.

—¿Sabes? Vete a la mierda, Harry –añadí antes de dar media vuelta.

● Harry:  

Observé como caminaba, seguramente odiándome más aún si era posible, por el pasillo. ¿Para qué se disculpaba ahora? Ella se había ido para devolvérmela, sin importarle nada. ¿O quizás no? ¿Pediría perdón si hubiese sido una broma? ¿Y si había un motivo? En el poco tiempo que ella ha estado aquí y que yo me he pasado molestándola, había descubierto que no es vengativa. ¿Entonces?

—Allison  –su nombre se escapó de mis labios sin permiso, lo suficientemente alto para que ella se detuviese en medio del pasillo.

—Sabía que eras un gran cretino y un idiota integral, pero acabas de superar todas mis expectativas. Tienes exactamente todo lo que detesto en un tío. –remató y siguió caminando. 

Del cielo al infiernoWhere stories live. Discover now