Capítulo 64.

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—Muy buena tu apuesta, Eliot —Escucho la voz chillona de Dafne, al igual que fuertes aplausos.

Me volteo a mirarla demasiado enojado.

—Cállate Dafne, mejor vete, tengo que buscar al maldito de Eduardo... Espera... —Entonces recuerdo que era también a ella a quien tenía que buscar—. ¿Por qué demonios se te ocurrió hacer todo esto?

Ella sonríe.

—¿Te gusto el discurso que dio Savannah? Yo lo escribí —Dice muy orgullosa de si misma, y provoca que me repugne más de ella—. Sabía muy bien que te iba a encantar.

—Lo aborrecí —Le digo con palabras secas.

Hace un gesto de indignación, como si la hubiera ofendido, mientras se lleva sus dos manos a la boca.

—Pero... Pero... ¿Por qué? Fue asombroso mi discurso —Definitivamente no lo fue, realmente lo aborrecí—, tarde casi dos días en tratar de crearlo y que todo saliera genial y salió a la perfección, ¿Por qué dices que lo aborreciste?

¿Asombroso, genial, perfección?
¿Qué era lo que le pasaba?
Yo no le vi lo asombroso.
No fue genial, fue horrible.
Y definitivamente no fue perfecto, fue fatal.

Suspiro.

Tenía que romperle el corazón lo sé, lamentablemente así terminaba la apuesta... pero tenía la estúpida idea de que si le explicaba lo que había pasado tal vez no se enojaría tanto y pudiéramos arreglar todo el problema. Tenía la idea de contarle sobre qué me enamore de ella, que aunque la apuesta fue un error, fue lo mejor, porque la conocí, conocí como era y me enseñó su lado vulnerable, uno que no a todos se les muestra y que quería proteger a toda costa.

Pero ahora no se puede, gracias a Dafne y su "Increíble idea", la odio en estos instantes, me atrevo a decir que la odio más que a Miguel, más que a mi padre y eso está muy difícil, pero lo consiguió.

—Dafne... ¿Por qué lo hiciste? —Le pregunto tratando de no perder la cordura, pero no creo que pueda contenerla más.

—Para que tú y yo estuviéramos juntos, sabía que te tenías que deshacer de ella tarde o temprano, yo solo te lo facilite —Me aparto de ella—. Me imagine que era lo que tú querías Eliot. Alejarte de ella de una vez por todas, lo entendí todo, ella nunca te ha interesado, solo fue la apuesta que los unió, pero ahora que ya se acabo todo tú y yo podemos estar juntos por fin.

¿Qué demonios?
¿Por qué no entendía que ya no quería estar con ella?
¿Por qué no entendía que a la que quería apartar era a ella y no a Leire?

Pero antes de que le pudiera responder algo diciéndole que realmente si me importaba Leire, recibo un golpe en la mandíbula.
Como me lo tomo desprevenido me tambaleo y caigo al piso desconcertado por completo.

¿Qué demonios había pasado?
Me pregunto mientras levanto mi cabeza.

Y ahí estaba Román, enojado mientras respiraba con una gran dificultad, bueno eso parecía.

—¡Te lo dije Eliot! —Me empieza a gritar, perfecto lo que me faltaba con un demonio, tener a Román golpeándome—. ¡Te lo advertí! Te dije que ella era la persona más importante en mi vida y le has hecho daño.

No le respondo, pero me da una patada, escucho lo gritos de Dafne, pero no me importan.

—Confíe en ti, creía que habías cambiado, pero ahora veo que la gente no cambia por arte de magia —Trato de levantarme, pero él me toma por el cuello de mi camisa—. ¿Por qué carajos tienes que jugar con los sentimientos de todas Eliot? ¿Qué sientes cuando las ves llorar? Que poco hombre.

No le respondo, la verdad es que no tengo palabras, quiero decirle que tal vez si jugué con los sentimientos de otras chicas anteriormente, pero ella sería la excepción, me sentí fatal cuando la vi llorar, sentía como si lo que le estuviera pasando a ella me lo estuvieran haciendo a mi, pero sabía que no servía de nada explicarle eso a Román, sabía que no me iba a creer.

Me dediqué a observarlo mientras apretaba con demasiada fuerza mis dientes.

—¡Eres un bastardo! —Lo escucho gritar entre dientes, levanta otra vez su puño para volverme a pegar, pero yo no hago nada, no me muevo, no cierro mis ojos ni trato de defenderme y él se da cuenta— ¿Por qué no te defiendes Eliot?

—Me lo merezco —Se lo digo con toda la sinceridad del mundo, me lo merezco, es la verdad—. He dañado a muchas chicas, y no me importaba así que supongo que es hora de pagar. Al final uno siempre paga por sus errores, merezco que me des un golpee si así te sientes mejor, la verdad es que me siento fatal de haberle roto el corazón a tu hermana, no lo quería hacer si te lo confieso, pero tal vez las cosas así están destinadas a pasar, no me importa si me golpeas, como te lo dije me lo merezco.

Él levanta su puño y lo acerca a mi, pero lo detiene a centímetros de mi cara.

—No vales la pena Eliot, ni si quiera para golpearte —Baja su puño y me suelta del cuello—. Para que quede claro esto no ha terminado. Así que mejor cuídate, te metiste con lo que más importaba y no vas a salir ileso de esto. ¿Me entiendes?

Y con eso se va, Dafne se dedicó a observarnos.
Yo también me tengo que ir... Pero antes me dirijo a Dafne.

—¡Lo arruinaste todo Dafne! —No se si mi tono suena muy asustador por la cara que hace o jamás imaginó verme así—, a la chica que humillaste hoy, a ella es a la que realmente quiero, y estoy enamorado de ella así que te equivocaste, tú y yo nunca estaremos juntos.

—Pero... —Empieza a decir, pero antes de que continúe, me voy.

Salgo del instituto no soporto seguir aquí, simplemente no puedo.

Me subo a mi auto y empiezo a manejar sin rumbo alguno.

Lo he arruinado todo.

La apuesta perfecta [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora