La fantástica historia de lo real y lo prohibido

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CAP. 1

-Soy yo

Soy un hombre normal, vivo para trabajar, y trabajo para vivir. No soy malo, pero pisaré al compañero para llegar a lo mas alto, y, ¿que voy a hacer? He sido creado, empapado, convencido, para ser como soy.

Desde pequeño me han ido inculcando que jamás llegaré alto, no sacaba muy buenas notas, y eso me ha condicionado. Yo no soy quién para negar un número. 

No apunto muy alto, la situación en la que vivo no me permite tener sueños. Quiero una mujer, niños, un trabajo estable, dinero, quiero... Eso, ser feliz.

Pero, solo son sueños... Si un sueño se cumple, deja de ser sueño. Esa mañana empecé a trabajar en un circo, yo quería trabajar como empresario, pero, como no soy muy guapo, no me cogieron. No sirvo para mucho, solo limpio, casi no tengo equilibrio, y soy manco con los malabares.

Así que solo voy a limpiar, trabajo mucho, y me pagan lo necesario, no esta nada mal. Podría estar peor.

No quiero mas, así me han educado las cajas de anoréxicas. 

Pero no estoy escribiendo para describir como era mi vida, escribo para contaros una de las historias de amor mas bonitas ocurridas en toda la historia.

CAP.2 

-El circo y la princesa

Era un gran día, un 29 de julio, hacía calor, y no tenía que limpiar demasiado. Pero eso no era lo bueno, lo bueno es que venía una nueva trapecista, Miluna, no la había visto, no me había hablado de ella, siempre actuaba de noche, era tan misteriosa, creí que me estaba enamorando, sin ni siquiera haberla visto, sin ni siquiera haber oído un simple rumor; pero estaba ocurriendo. Cada día que pasaba estaba mas enamorado de una simple imagen, de un suspiro. Me resultaba casi estúpido, pero no podía negarlo. ¿Como iba a negar yo, un hombre normal el amor? No sirvo para nada, bueno si, pero nadie valora lo que valgo.

Después de su función, me quedé a limpiar debajo de su trapecio cuando empecé a escuchar mi nombre “Edgar, Edgar” con la voz mas dulce que había escuchado jamás, mas que la de mi mujer, mas que la de mis hijas. Miré para arriba, una luz igual a la de la luna, tan blanca, tan pura. Era ella.

La vi la cara, mejor que todas las caras “perfectas” de las chicas anoréxicas “perfectas” de la caja tonta “perfecta”.

Grité no quería que se acabase la sensación tan real, y tan fantástica. Era la misma que en mi mente, era la perfección, la pureza, la belleza...

Se acabó, se fue, nunca baja de su trapecio, nunca. Y yo, la única oportunidad de verla, desvanecida, como el humo, efímero.

Esa noche solo pensaba en sus ojos, ojos azules como el mar mas azul, como pequeños soles helados, como la luna. Esa noche no dormí.

CAP. 3

-La bola de nieve

Tenía un bola de nieve, de París, un sitio donde nunca he estado, nunca me lo pude permitir, yo siempre quise ir, y mis padres me regalaron esta bolita, con la Torre Eiffel en medio, era bonita, pero no era eso lo que me gustaba, era el color, tenía luz, y cuando se encendía se reflejaba azul en los cristalitos, y era un brillo precioso, casi perfecto, como sus ojos.

Fui a trabajar, pero solo para verla, ya no iba para ganar dinero. Otra vez, me quedé a limpiar por la noche, debajo de su trapecio, pero no oí nada. Y así pasaron días, semanas, meses. Y a cada día que pasaba me volvía mas y más loco, pintaba las bombillas de azul, para volver a ver sus ojos. Era inútil.

Ya desesperado, gritaba, y cuando barrí al lado de su trapecio vi una nota, escrita en azul, pero el azul del cielo. Decía: Cuando necesites volver a verme, tiñe de azul tu corazón y grita te quiero.

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⏰ Última atualização: Jul 28, 2013 ⏰

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