Dime que estoy soñado...

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Ya habían pasado unos cuantos meses desde que Chat Noir y Ladybug habían descubierto la identidad civil de ambos: Adrien y Marinette respectivamente.

Al principio, era de reconocer que la situación se volvió un poco tensa: el travieso gato negro ya no podía coquetear a gusto con su Lady y la chica de secundaria ya no estaba tan perdidamente enamorada del modelo de cabellos color oro; pero al paso del tiempo, aquella tensión e incomodidad que existía entre ambos adolescentes se fue transformando en amistad e incluso amor. Era más cómodo y sencillo planificar nuevas estrategias de ataque en su forma civil, sin preocuparse de que la energía de su Kwami se fuera a terminar o de que algún fan impidiera la concentración de los héroes.

Incluso, ya estaban habituados a transformarse uno enfrente del otro. Les parecía gracioso decir "Tikki, transfórmame" y "Plagg, transfórmame" al mismo tiempo; se habían hecho amigos y sin que se diesen cuenta, el amor surgió entre ambos. Es cierto que ese sentimiento ya existía en los corazones de los chicos, pero ahora era correspondido para ambas partes.

Había llegado el fin de semana y con él, la noche; como era costumbre Chat Noir y Ladybug iban a empezar su patrullaje: para ello, Adrien y Marinette se habían citado en el mismo parque de siempre.

—Bien Marinette, ¿empezamos nuestro patrullaje diario?— preguntó el modelo a la azabache con una sonrisa sincera. Acto seguido, se quitó el anillo que antes de transformado, era color blanco.

Entonces, la ojiazul volteó a ver a Adrien (cosa que antes era imposible, pero desde que supo que era su compañero de peleas, su forma de ser se volvió más relajada con él) y con una sonrisa, tomó el anillo anteriormente mencionado.

—¡Lo tengo!— de manera juguetona mencionó la chica.

Y allí empezó una pequeña persecución llena de risas. Marinette decidió colocar el anillo en su dedo anular, justo como lo hacia el joven de ojos color esmeralda; inmediatamente mencionó la típica frase que siempre mencionaba su compañero de clase.

—¡Plagg, transfórmame!— e inesperadamente, el pequeño felino de color negro dejó su amado queso y se introdujo al anillo, haciendo que la joven se transformara en una especie de Chat Noir.

Ambos se quedaron en silencio. Los grillos inundaron la escena con el sonido que emitían hasta que el joven rompió el silencio.

—Wow...— mencionó Adrien; la chica transformada no estuvo segura si lo dijo a propósito o salió de su boca sin previo aviso, eso hizo que la cara de ella se enrojeciera al máximo. Era una noche espléndida gracias a la escena que estaba admirando el joven: sus ojos tan azules como el cielo de Lady Noir eran lo que predominaba en la oscura noche combinado con el traje de color negro.

—¡L-lo lamento! No era mi intención usar a Plagg para que me transformara... Pensé que no iba a funcionar.— musitó apenada la chica.

—No te disculpes, solo que se me hizo muy raro que sí funcionara. Además...— el joven hizo una pequeña pausa como para acomodar sus ideas.— te ves muy linda así.

La mirada sorprendida de Chat Noir versión femenina se hizo presente. Ambos apenados, se empezaron a reír de nerviosismo: Adrien hizo su ademán de poner la mano en su nuca y Lady Noir simplemente volteó su cara a otro lado. Después de un momento de meditarlo, la chica dijo:

—¿Quiere ir a dar un paseo por la ciudad, Mézière?— la azabache (tratando de imitar a Chat) colocó su mano izquierda en su espalda baja, hizo una pequeña reverencia y extendió la mano derecha para que el chico la tomara.

—Por supuesto, My Lady.— mientras lo decía, tomó la mano de la mujer y primero impregnó un tierno beso en ella, pero al separarse, la puso de vuelta a su posición normal y sujetó a la chica hacia él de la cintura, haciendo que sus rostros (en especifico, sus bocas) quedaran a una distancia peligrosamente cerca. Después de un momento de admirarse mutuamente, Lady Noir mencionó:

—De acuerdo, ¡sujétese fuerte, Mézière!— dicho esto, dió un salto lo más alto que pudo, lléndose lejos del parque, en donde una nueva aventura les esperaba.

Un cambio perfectoWhere stories live. Discover now