Capítulo XIII

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Di un respingo cuando su mano dejo de masturbar mi polla y se deslizó por mi torso,pasando a mi trasero y me introdujo dos dedos sin contemplación alguna.

—Qué receptivo eres —me dijo mirándome maravillado. Mis gemidos se tornaron más intensos tanto que él se dio  cuenta que eran el preludio de mi fin, comenzó a acelerar aquellos dedos traviesos, su boca succionaba y chupaba todo mi miembro hasta que mi cuerpo tembló y convulsionó en un intenso orgasmo y me dejé caer hacia atrás.
Cuando al fin recuperé el ritmo normal de mi respiración y mi cuerpo se relajó le dije:

—Ha sido increíble.—

—Tú eres increíble. No sabes como he disfrutado contemplar como te desatabas y no tienes ni idea el morbo que despiertas en mí. Ha sido todo una gozada—me dijo con unos ojos de verdadera admiración. Se quedó mirándome unos instantes.

—¿Estás bien? — me preguntó.

—Dame un segundo, ha sido tan intenso... —

—Tú eres intenso. Lo que necesites hermoso —expresó en medio de una mirada dulce. Un instante después me incorporé quedándome al borde de aquella vieja mesa.

—¿Mejor? —me preguntó.

—Aún no, te contestaré cuando esto termine —le respondí y lo atraje hacia mí mientras lo besaba, recorría con mis manos su espalda y hasta donde ésta terminaba. Se separó un momento, me sonrió y me devolvió los besos.

—Morboso —murmuró mientras me pellizcaba el lóbulo de la oreja con sus perfectos labios.

¿Yo? Pero si soy la inocente Caperucita —le solté juguetón.

—Oh bebe, eres puro morbo —me dijo y condujo mi mano hasta su polla mientras me dijo—Mira que duro me tienes.—

—Eres un lobo muy malo —ronroneé.

—Te equivocas, aún no sabes lo malo que puedo llegar a ser —en un ágil movimiento separo mis nalgas y entró en mí sin previo aviso, tal sensación que olvidé lo brusco que había sido, en realidad hasta me había gustado. Y me abandoné mientras me olvidaba de todo y de mi aburrida vida.
Mientras me embestía una y otra vez, lento. Pero en un momento dado se paró.

—¿Qué haces? —pregunté confundido.

—Alargar esto, ojalá pudiese hacerlo eternamente. Eres tan cálido y tan receptivo... que no quiero salir de ti jamás — y volvieron las embestidas, cada vez más intensas y aceleradas, llevábamos así un buen rato, hasta que me incorporó poniéndome de pie y apoye mis manos en la mesa mientras me penetraba desde atrás y continuaba mientras tomaba mi pene y me masturbaba  y me preguntaba como podía durar tanto.

Volvió a cambiar de postura y me postró otra vez sobre la mesa boca arriba mientras él continuaba de pie, esta vez alzó mi pierna izquierda y la colocó paralela a su torso y pegándola a él mientras la aprisionaba con uno de sus brazos y con el otro no dejaba de tocar mi torso y masturbarme.

—¿Cómo puedes durar tanto? —le pregunté desconcertado e invadido por el placer.

—¿Quieres que pare? —

—Claro... que... no —jadeé con los ojos cerrados.

—Se llama autocontrol y no pienso irme hasta que tú lo hagas ¿qué sentido tiene terminar y llegar a la meta pudiendo disfrutar de todo el camino? Y bebe,contigo me siento como hace mucho tiempo no ocurría, estoy sorprendido del poder que ejerces sobre mí —...

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•El Espanta Hombres• |Larry| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora