No podía ser, esa persona que estaba en su cama se hallaba desnuda, pero eso no era lo más perturbador de todo. Lo peor era que podía ver perfectamente sus orejas negras, orejas peludas, orejas no humanas. Se le abrieron los ojos más de lo normal, intimidado dio un par de pasos hacia su escritorio, sin despegar la vista del muchacho que tenía delante mirándolo y que estaba ahora sentado a lo indio en su cama, buscó algo con lo que defenderse.