Parte 2

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-Nena con esa cara de perrito triste ahuyentas a todos los bombones que nos rodean.

-Lo siento, me obligaste a venir, ahora me aguantás. – Le respondió Lorena a su amiga mientras apoyaba los codos en la esquina de la barra y suspiraba.

-¿No es demasiado duelo varios meses? Ese tipo no vale tus lágrimas Lore.

-Ya no lloro por él. Pero no me siento bien conmigo misma. Me dejó un sabor amargo en la boca que me va a ser difícil de sacar. Me sentí usada, estafada, engañada...verlo en mi cama... ¡mi cama!... -se señaló el pecho, enojada nuevamente al recordar la imagen - ¡que caradura! Quiero otro trago. – Golpeó fuerte la madera y se dio ánimos, logrando un grito de alegría de su acompañante - Sí, al demonio con todo. –Dibujó en su rostro una sonrisa que no llegó a sus ojos y sacudió las manos para echar atrás el pasado con ese sencillo movimiento, como si fuese tan fácil.

-Así se habla, ahora date vuelta y disfrutá un poco al menos, hay lindos especímenes masculinos dignos de una miradita. –Carraspeó al terminar la frase y acomodó su cuerpo en una pose casualmente sensual. -Ok, ¿preparada?, un par de chicos vienen directo a nosotras, podrías regalarle otra imagen que no sea la de tu trasero, ¿no te parece?

-Mi cara está parecida a mi trasero en este momento, por lo que me da lo mismo. ¡Ay, Dios mío! – Exclamó al darse vuelta y encontrarse con los ojos más trasparentes y preciosos que había visto en su vida.

-Hola, soy Adrian. ¿Puedo? – Dijo él, señalando la butaca vacía al lado de la de Lorena. Sin habla y sin ganas, ella asintió con la cabeza. Por más bonitos ojos que tuviese no le interesaba conversar con él. Si lo hacía era por su amiga que le había dado un terrible codazo en las costillas, siendo ese su modo de decirle que le gustaba su propio acompañante y no le eche a perder el momento. Le daría unos minutos para que logre una conexión y se iría, sola. Claro que eso lo haría si pudiese dejar de querer ver nuevamente esos ojos. – Necesitamos conversar, solo para disimular que nos interesa. Mi amigo quiere conocer a tu amiga y no se sentiría cómodo si ve que nosotros no lo estamos. – Mintió Adrian, intentando sonar y parecer desinteresado, pensó que era una buena estrategia para alguien tan arisco como ella. Esa había sido la primera impresión que se había formado de la chica en esos mínimos instantes compartidos.

Lorena giró para verlo, estaba con los codos sobre la barra de tragos, doblando y desdoblando una servilleta de papel y sin mirarla. Era guapo, tendría los treinta y pico que ella tenía. Labios grandes y nariz ancha que, así como sus espesas cejas, le daban aspecto muy masculino y sensual. O sensual era la sonrisa de lado y la ceja derecha levantada que pudo ver cuando la enfrentó, no estaba muy segura. No le gustaban los hombres con barba, pero la de él no estaba mal, parecía suave y al no ser oscura dejaba a la vista su lindo rostro, claro que no era una barba tupida, pero tampoco era una de dos días. Su cabello era oscuro pero adivinaba que había sido rubio de pequeño. Y por sus gestos y ojitos inquietos, podía deducir que era un hombre simpático y divertido. Y, solo por ese motivo, agarró con determinación su cartera que estaba sobre la barra y sonrió poniéndose de frente a él, lista para escapar.

-Lo siento, Adrian. Hoy no es un buen día para conocernos. - Ella sabía que de divertida no tenía nada y mucho menos tenía ganas de inventar una conversación con alguien desconocido, apuesto y sin ganas de mirarla siquiera, no valía el esfuerzo, no necesitaba distraerse. Solo necesitaba dejar pasar más días, tal vez meses, para olvidar y volver a aceptarse, si es que eso podía pasar. No tenía ganas de disimular nada, si su amigo necesitaba estar cómodo que busque como lograrlo solo, ella no tenía ganas de colaborar.

-Noche.

-¿Perdón? –Lorena frenó en seco todos sus movimientos y su cara era de real desconcierto, cosa que Adrian disfrutó de ver, le parecía más linda de cerca de lo que había notado de lejos.

-Digo que es de noche, por lo que no sería una buena "noche" para conocernos. – Adrian sonrió enfrentándola, ahora sí, para dejarse observar por esos ojitos melancólicos que se iluminaron ante la sorpresa de ver la paloma de papel que le entregaba. Era lo único que sabía de la técnica de origami y nunca fallaba con las mujeres y los niños. Se ganó una sonrisa, mínima, casi mentirosa, pero era algo. – ¿Y si te invito un trago, una cerveza? ¿O salimos por un café?

-No lo creo. No soy buena compañía. – Sonaba sincera, al menos su intención lo era, pero a Adrian no le pareció que eso fuese así. Ella era la compañía que quería. Hasta su voz apagada y suave le parecía hermosa.

-No estoy de acuerdo. Vamos, tomemos un café afuera, sin tanto ruido en el ambiente. – La tomó del codo sin darle tiempo a reaccionar, la hizo avanzar unos pasos. Lorena miró a su amiga de reojo y ésta le sonrío contenta creyendo que por fin había decidido dejarse llevar y aceptar a alguien para que le saque un poco la tristeza que cargaba desde hacía meses. Lorena negó con la cabeza y cerró los ojos frustrada por no poder negarse a acompañarlo, al ver que su amiga no había entendido su pedido de auxilio silencioso. Ya era tarde para la rápida huida que había programado con una mentirosa excusa también porque estaba siendo guiada por él, sin siquiera tener su consentimiento, hacia la puerta de salida tomándola por la cintura. Tampoco había tenido su negativa, razón por la cual Adrian actuó con rapidez.


Una florcita más.Where stories live. Discover now