Nisios

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Koral, la niña medio calormena se estaba adaptando muy bien a la vida en Sol Eclipsado. A Susan le encantaba tener a alguien que la escuchase con atención siempre y poco a poco, se dio cuenta de que la empezaba a imitar en sus peinados, el estilo de ropa, en los movimientos y en la manera de hablar.

Lejos de sentirse copiada, se lo tomó como un alago y empezó a instruirla en como debería comportarse en la alta sociedad. Poco a poco, llegó a ser su perrito faldero.

Peter no le quitaba el ojo a Hier, que no había dado muestras de traición a Narnia. De pronto, un dia, les llegó una terrible noticia. Se la dio el mismo capitán, cuando estaba junto a Tal ordenando unos papeles de administración del lugar:

—Traigo malas noticias—dijo el albino, mirando sobre todo a Tal Ceres—Tarkaan Ghemor se aproxima a Sol Eclipsado. Llegará esta noche.

Tal se levantó del asiento.

—¿¡Cómo!?—corrió hasta Hier y le quitó la carta de las manos, mientras la leía con furia—¡El maldito dice que viene por asuntos políticos! ¡Yo no me lo creo! ¡Tenemos que matarlo esta noche!

Tiró la carta al rey Peter.

—No vamos a asesinar a nadie Tal—dijo como si le hablara a una niña—.Pero tendremos que prepararnos por si hay algún ataque sorpresa.

***

Susan se enteró mientras charlaba con su dama de compañía.

—Me gustaría saber qué clase de escusa pondrá por el ataque de sus hombres cuando queríamos coger la perla—dijo Susan mientras se peinaba el pelo. Luego miró a Koral, parecía que había visto un fantasma, sus manchas azules se volvían plateadas—¡Koral! ¿Qué te ocurre?

Se sentó a su lado, también estaba muy fría.

—Nada es solo que... bueno, hacía tiempo que no veía a un calormeno—dijo con la voz muy aguda.

Susan se rió y le dio un abrazo.

—Oh, mi pequeña, no importa—sonrió—.Te pareces a mi hermana Lucy. La hecho mucho de menos. Peter me ha dicho que Aslan le contó que estaba a salvo, pero que corrían peligro, así que no están muertos. Aun así, eso ocurrió hace algún tiempo. Pero Aslan jamas se guardaría un secreto como que están muertos. Por cierto, ¿tú crees en Tash? Los calormenos tienen esa religión.

Koral miró a Susan con ojos de corderito degollado.

—Yo... no lo sé. Estoy muy confusa—sonrió.

Todos estaban preparados para que Tarkaan Ghemor llegase a Sol Eclipsado en la misión política. La que más nerviosa estaba era Tal Ceres. Esperaban en un improvisado salón del trono, que presidían Susan y Peter. Un poco más adelantados y apartados, estaban Hier y Tal.

La solandiana no dejaba de morderse el labio y de dar golpecitos con los pies.

—Tal por favor, tranquilízate—dijo el albino.

—El asesino de mi madre, probablemente de mi hermana y de miles de solandianos está a punto de cruzar esa puerta—sonrió nerviosa—¿Quieres que me calme?

Hier suspiró.

—Sabes perfectamente que la ocupación no fue culpa suya, ¿cierto? Solo era el intendente de Sol Eclipsado.

Tal iba a replicar algo cuando de repente se abrieron las puertas y entró Tarkaan Ghemor. Con pasos seguros y una sonrisa de autosuficiencia, se acercó a los dos tronos, luego hizo una reverencia.

—Es un placer volver a veros, majestad—dijo mirando a Susan y a Peter—.Y es un placer conocerla, reina Susan.

—Dinos, Tarkaan Ghemor, ¿Cuál es el motivo de su visita?—preguntó Susan, actuando como una reina. El calormeno en realidad, era atractivo, pensó Susan.

Las Crónicas de Narnia: Perlas del DestinoWhere stories live. Discover now