e p í l o g o

11.3K 1.1K 275
                                    

Mi Jongin

Mientras notas musicales netamente inconexas se reproducían en mi casa a medida que Jongin me estampaba con su cuerpo contra las teclas negro y blanco de mi piano de doce octavas, mi mente volaba lejos y mi razón se encontraba distante e hipnotizada por su olor, por sus besos y por la forma tan insistente que tenía para recordarme cuánto me quería. Hice un viaje recóndito a los confines de mis recuerdos que daban respuestas del por qué este hombre de tez morena me desnudaba la piel a medida que intensificaba sus besos y caricias.

Viajé a hace seis meses atrás, cuando él y yo eramos dos perfectos desconocidos. Cuando yo insistía y él se encargaba de evitarme con su arisca forma de ser, con sus gestos, con esa forma sigilosa que tenía para decirme que yo no era de su agrado.

Recordé. Y me puse nostálgico mientras mis ojos se cerraban fuertes mientras Jongin apretaba mi miembro sobre la tela de mi pantalón con su mano derecha.

El simpático y divertido novio de Chanyeol solía decir que para Ser bellas había que ver estrellas. Con el tiempo, o más bien, con mi llegada a París descubrí que aquello no sólo era empleado en el ámbito de la moda en la que solía trabajar Baekhyun. Más bien aplicaba para todos los aspectos de la vida, viendo estrellas pude aprender que el camino no iba a ser fácil pero no por eso imposible.

Cuando conocí por primera vez a Jongin vi estrellas; su estilizado cuerpo, su rostro sereno, sus ojos, labios, incluso esa diminuta nariz me hicieron perder el sur por un momento. Tenía una expresión estoica cuando me presenté en coreano a sabiendas, por el Señor Javiere, que él y su hermano eran nativos de mi mismo país, estaba emocionado por poder conocer personas iguales a mí porque no me daba a basto con mis hermanas, o mis cuñados. Joonmyun había sido amable al decirme su nombre y brindarme su apoyo para lo que fuese, me sentí bien recibido por él pero con Jongin fue diferente, no dijo nada y sólo se marchó del lugar dejándome enternecido. De su nombre me enteré unos minutos más tarde cuando Joonmyun me pidió que disculpara su falta de educación. No me molestó la primera impresión que me dio él, no me molestó nada porque estaba más ocupado en admirar esa belleza que se desprendía como polvo de él, era hermoso y llegué a experimentar algo así como un amor a primera vista.

Pensé que a lo mejor había tenido un día pésimo y no estaba de ánimos para conocer a ningún nuevo vecino así que me animé a mí mismo a intentar ser más cálido con él para la próxima, que encontrara en mí un buen amigo, alguien con el que poder conversar. Yo quería ser cercano a Jongin porque a pesar de que no habíamos tenido un buen inicio algo me decía que él no era de esa forma; que podía ser más amable.

Con el pasar de los días descubrí por pequeños detalles que liberaba Joonmyun en sus conversaciones cortas que Jongin era profesor al igual que yo pero en el área de danza, que tenía veintitrés años y que estaba soltero. Su hermano no me dijo nada acerca de que si tenía novia o si no gustaba de ellas, y yo no pregunté porque no quería parecer muy obvio. De todas maneras Joonmyun soltaba palabras sin que yo le preguntara.

Durante meses intenté ser un buen vecino con Jongin. Lo saludaba cuando me lo encontraba al salir, buscaba la forma de sacarle alguna plática pero siempre moría con monosílabas de su parte, era demasiado obvio que yo no lo le agradaba pero no me di por vencido, no hasta haber agotado mis últimos recursos. Era masoquista de mi parte y lo entendía pero con el pasar del tiempo y a medida que más mal le caía a Jongin, él más me gustaba. A veces soñaba con que él pasaba horas pensando en mí, o al menos un momento de su día me dedicaba pero cuando volvía a ser indiferente, crudo y hostil las ideas se esfumaban de mi cabeza ilusa tan rápido como llegaban.

Si La Sol Fa Mi Re... Do → KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora