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Limpié mis lágrimas y me paré de aquel sofá que se ha vuelto como mi cama.

Iré por ella, no la voy a perder.

Me duché y cambié. Tomé mi mochila y salí para tomar un taxi que me llevara a su hotel.

Entré, pidiendo el número de su habitación.

Tomé el elevador y fui hasta aquella habitación 505.

Toqué la puerta.

Abrió. Al momento de verme iba a cerrar la puerta, pero mi mano abriendo la puerta con fuerza se lo impidió.

—Tenemos que hablar, y dejar las cosas en claro —le dije firme entrando a su habitación y cerrando la puerta con seguro.

Como pensé, sus maletas estaban listas en su cama.

—Ya quedó todo aclarado, así que ahora vete —habla sin mirarme.

—Te jodes, yo de aquí no me voy hasta que entiendas que realmente te amo —le digo tratando de parecer seria.

Ella ahora alza su mirada, conectándola con la mía.
Sus ojos están rojos.

—Te jodes tú por que me vale mierda lo que me digas, entiende que ya todo quedó aclarado —exclama.

Me acercó a ella y la tomo de las muñecas, apretándola ligeramente.
Nuestras caras quedaron rozando.

—Mira Arabella, entiende tú que te amo. Sí, anduve con Kenya después de regresar aquí, pero te juro por mi cola que desde que tú llegaste la iba a terminar. Bueno, se podría decir que la terminé, pero ella no entendió nada —hablé demasiado rápido.

Arabella se quedó sin palabras, sólo me miraba a los ojos.

—Que tristeza, se me hace que tu cola se va a ir al caño —dice burlona.

Ruedo los ojos.

—¿Qué quieres que haga para que te demuestre que te amo? —le pregunto.

—Por dios Ashleen, cierra tu maldita boca y bésame ahora —dice.

Mierda, me había asustado.

—Hija de puta —es lo último que le digo antes de reír y besarla.

La besé como si se tratara del último beso que le daría.
Era un beso tan perfecto e inigualable, un beso con el verdadero amor de mi vida.

Fireside; lesbianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora