Rojo Rubí

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"¿Puedo conseguirle algo de beber, señorita?"

Ella volteó su cabeza para ver al barman, con los codos apoyado en la mesa y una exagerada sonrisa en su rostro. Sus labios, pintados en una gruesa capa de color rojo rubí, tiraron una coqueta sonrisa, su cuerpo se inclinó hacia adelante, con el escote ya visible mejoró con los codos apretando los pechos juntos, en un accidente. Pero ninguno de sus movimientos l accidentales, todos tenía un propósito.

Sus pestañas, largas y gruesas, se batierón hacia arriba y abajo a él. Su sonrisa vaciló, formando un nudo visible en su garganta. Ella manteniendo su mirada en él, puso la mano en el pequeño el mostrador. Una pequeña mueca reemplazando su sonrisa con una expresión fingida tristeza.

"Bondad", jadeó ella, trayendo sus uñas recién cuidados a la frente. Su voz era dulce y melódica, y el barman se encontró casi moviéndose al compás del precioso sonido en sus oídos. "Creo que dejé mi tarjeta de crédito en casa. No tengo mucho dinero tampoco." Su labio inferior sobresalía en un puchero, sus ojos oscuros, casi tan negros como los tacones de gamuza que adornan sus pies. Él tragó saliva, y ella se encontró absteniendose a reírse por la forma en que los ojos de el se apartaban de su cara cada cierto tiempo, a una zona un poco más abajo.

Sus ojos se dirigieron de nuevo a los de ella, su sonrisa encontró su camino de regreso a sus labios cuando recuperó la suave compostura. "Me puedo encargar de eso, preciosa."

Antes de que ella pudiera responder, se apartó, con las manos ligeramente temblorosas a trabajar de inmediato en la mejor bebida para ella que él pudiera inventar.

Suspirando, se giró en el taburete, volviendo su mirada en lo que había estado tan interesada en la última hora.

Sus ojos se abrieron un poco cuando vio la escena delante de ella, el relajado juego de póquer que había estado mirando desde su asiento en el bar ahora algo capto su mirada.

Sus ojos se quedaron en el hombre que le había llamado la atención desde el principio. Su columna vertebral se enderezó, unas dos pulgadas, para obtener una mejor vista. Su anterior expresión coqueta estaba ahora en calma, con especial atención, viendo como la copa de vino fue llevada a un par de labios de rosa.

"¿Que es esto?" oyó su voz ronca decir con calma, con el borde de la copa de vino sobre sus labios. Incluso desde su asiento en el bar, podía sentir la crudeza de su voz, de repente el interior de sus muslos se juntaron y la sonrisa en su cara era cada vez mayor.

"Es-s uh, Muscat," el hombre debajo de él habló con voz temblorosa. Sus ojos captaron la arrogancia en los ojos esmeraldas que parecía más brillante con cada temblor del hombre delante de él.

Jugando sin pensar con los extremos de sus rizos voraces, ella observó como se llevó el cristal a los labios y tomó un pequeño sorbo del vino. El puso de vuelta la copa, con una imperturbable expresión en sus rasgos angulares.

Miró la fuerza de su mandíbula, que estaba fijada rígidamente, y luego recorrió la longitud de su cuerpo. Su compostura gritaba regia, desde la anchura de sus hombros a la delgadez de sus piernas. Su lengua se asomó, deslizandose lentamente contra la parte inferior de sus labios con los pensamientos de como su cuerpo luciria sin un traje, amenazando con arruinar su fresca compostura.

"Aquí está su bebida, nena," dijo una voz al silencio ensordecedor de las imágenes que se ejecutaban a través de su mente.
Apartó los ojos de nuevo al camarero mientras él le deslizaba una bebida con sabor a fruta, esperando una sonrisa de su parte. Ella rodó sus ojos, agarrando el vaso y volviendo su atención a donde pertenecía. Ella no vino a la mejor club de Londres para tener que conformarse con el barman. El papel que estaba buscando sólo podía ser interpretado por alguien como ojos verdes; alguien poderoso, rico y atractivo.

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⏰ Last updated: Mar 06, 2016 ⏰

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