Capítulo 4

990 117 4
                                    

De repente se abrió la puerta y Legolas entró.

"¿Kel? –entonces se quedó inmóvil al ver a Arwen envuelta en los brazos de su hermano-. ¿Qu... qué estáis haciendo?"

"¡Oh, Legolas, ayúdame! –gritó Arwen-. ¡Se ha vuelto loco!"

Legolas miró a su hermano con incredulidad.

"Kel, ¿qué está pasando? ¿Por qué la tratas así?"

Keldarion gruñó.

"¡Déjanos, pequeño elfo! ¡No es asunto tuyo!"

Legolas entrecerró los ojos.

"Suéltala, Kel. Le estás haciendo daño."

El príncipe mayor solamente gruñó.

"¡Fuera, tonto! ¡O te romperé el cuello!"

En ese instante, Legolas supo que no estaba hablando con su hermano. Se le heló la sangre.

"¿Quién eres tú? ¿Qué has hecho con mi hermano?"

Keldarion se rio.

"¿Tú hermano? ¡Está aquí, rogándome que pare! Pero, ¿por qué debería? ¡Me estoy divirtiendo mucho controlándolo!"

Arwen aprovechó que Keldarion estaba distraído, levantó el pie derecho y le pisó el dedo del pie lo más fuerte que pudo. Él gritó de dolor y aflojó su agarre, así que Arwen se escapó de inmediato y se escondió detrás de Legolas.

"¡Arwen! ¡Trae a mi padre y al señor Celeborn!"

"Pero Legolas..."

"¡Date prisa!"

Por fin salió corriendo por la puerta y Legolas se enfrentó a su hermano, con una mirada calculadora.

"¿Kel?" –gritó, ansioso.

El príncipe mayor se rio.

"¡Puede oírte pero no puede responder! No ahora."

"¡Sal de él, demonio!" –gritó Legolas.

"Oblígame" –se burló Keldarion. Un escalofrío recorrió la espalda de Legolas al ver el mal en estado puro reflejado en el rostro de su hermano.

Tras un momento de silencio, Legolas gruñó y se abalanzó sobre él. Ambos cayeron al suelo en una maraña de brazos y piernas, luchando por inmovilizar al otro. Para aquellos que los conocían podía parecer que los dos príncipes estaban inmersos en uno de sus famosos combates de lucha libre, pero en realidad no se parecía en nada a sus peleas juguetonas habituales. Este combate era más brutal y carente de amor.

Legolas blandió el puño y golpeó a su hermano en la mejilla, pero luego Keldarion le pegó en la barbilla. Legolas vio las estrellas por la fuerza del golpe. Intentó darle una patada, pero su hermano parecía conocer todos sus movimientos y se las arregló para esquivarla.

Legolas estaba ahora sobre su espalda, intentando detener desesperadamente los ataques incesantes de su hermano y se quedó mirando con horror el brillo de locura y salvajismo en los ojos de Keldarion. ¿Por qué se está comportando así? Pensó cuando el codo de su hermano lo golpeó en el estómago. Entonces se acordó. ¡Oh, no! ¡Fue la niebla roja que salió de la botella! ¿Fue eso lo que hizo que se volviera loco? ¡Kel, vuelve conmigo, por favor!

Lo siguiente que sintió fue que su hermano lo agarraba por la pechera de la túnica y lo arrojaba por el aire. Cruzó la habitación y chocó contra el alto espejo de pie que estaba al lado de la pared. El espejo se rompió en mil pedazos, bañando a Legolas con miles de fragmentos de vidrio astillado que caían al suelo.

PosesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora