La belleza en las letras de su nombre.

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La mañana le golpeaba en la cara como un balde de agua fría.

Se sentía como si una pandilla de jóvenes deseosos de algo que meterse al cuerpo le hubiera golpeado sin piedad y, cuando saciaron su aburrimiento, lo tiraron hacia un barranco donde cayó en un río infestado de piedras que obstaculizaban su camino. Después había flotado sobre el agua, dejándose llevar; como si estuviera muerto, en vida.

Sí, era un poco exagerado; pero en verdad se sentía pésimo.

Frotó sus ojos tan fuerte, intentando ahuyentar el sueño, que comenzó a ver lucecitas de distintas tonalidades impresas en sus parpados.

—Señor, son las 12:00 pm. Sería conveniente que se levantara antes de que la señorita Potts se percate de que sigue aquí.—
Ante la robótica voz de su IA, rodó por la cama, intentando deshacerse de las sabanas de seda que se le enredaban en el cuerpo, como si esta le suplicara que no se levantara.

—Mierda... —susurró mientras hundía sus dedos en las sienes, sintiendo como imaginarias bombas denotaban en su cerebro. —Esto es peor que el alcohol.—
—¿Ya se siente bien?— preguntó su mayordomo, ante la acción realizada, con -A Tony le gustaba pensar- cierta preocupación.

—¿Hice muchas tonterías ayer? —contestó y miró al techo, queriendo imaginarse el rostro de Jarvis en esa conversación.

—Cuando se adentro en la torre, capté un aceleramiento en los latidos de su corazón. Le temblaba el cuerpo y se acostó en la cama para...—

—¡Sí, sí! ¡Eso ya lo sé! —

Se levantó molesto de su colchón y abrió la puerta de su habitación con la misma actitud.
Sabía que fue débil y le había permitió a sus lagrimas correr a su antojo por su rostro.
No supo porqué lloraba. Quizá por nada; quizá por todo. Tal vez las gotas saladas se acumularon tanto dentro de si, por no dejarlas salir cuando la situación lo requería, que lo ahogaron.
No sabía...

Caminó hacia la cocina con paso lento, tratando de borrar con desesperación la sensación que su memoria mantenía del día anterior.
Tomó cualquier cosa que se le puso en frente: una rebanada de pan y un vaso frío de leche, como desayuno.

Sorpresivamente, ingerir alcohol en esos momentos no le parecía una buena idea.

—Jarvis...– murmuró y le dio un mordisco a la rebanada de pan que mantenía en una de sus manos. —¿Alguna vez me has visto regresar con un chico rubio? —

—Chicos no, señor.—

El moreno asintió mientras se acercaba al gran ventanal que se extendía por enfrente suyo, mostrando un precioso paisaje de la ciudad, combinando a la perfección con la calidez del cielo...
El cielo.

Ahora estaba más que seguro de que definitivamente jamás había visto esos ojos antes.

Sonrió por un momento ante la idea que apareció en su mente.

—Jarvis, ¿tengo algo que hacer hoy? —

—La señorita Potts me hizo prometer que le recordaría de la junta de hoy, a las 2:20 pm.—

—De acuerdo.— asintió y bebió del vaso cristalino en su diestra, dando por terminado el líquido que recién se había servido. —Cuando me halle a, por lo menos 3 kilómetros lejos de aquí, quiero que llames a Pepper y le digas que esa junta...—con el dorso de su mano limpió los restos de leche que se albergaban en los alrededores de su boca. —se cancela. —

•••

¡Claro que era una buena idea! ¿Por qué no habría de serlo?

Tony se encontraba en un debate mental entre si lo que estaba a punto de hacer era bueno o malo.

A la luz de sus ojos. [Stony]Where stories live. Discover now