Parte unica

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Los pasos de una sola persona resonaban en el castillo, sonaban lento pero seguro, pasando por los pasillos y las mazmorras en busca de la clase de pociones, al llegar entro y se dio cuenta inmediatamente de que la persona de pie ante aquella pizarra se había dado cuenta de su presencia, pero aun así también podía asegurar que no estaba enterado de quién era, sus pasos lo dirigieron a un rincón con poca luz en el fondo del salón.

Desde atrás podía ver como el profesor escribía con una hermosa caligrafía, sus movimientos suaves y acompasados, como también su elegante postura lo delataban como el aristócrata que era. Dio media vuelta para empezar a hablar a sus estudiantes, en su expresión se vio por una milésima de segundo la sorpresa pero enseguida volvió a su rostro neutro.

-Alguien podría decirme cuales son las propiedades del acónito -Comenzó-. Quizás usted señor Potter -Dijo con un chasquido en la lengua-.

Harry rió ante la pregunta, y es que se le hacía tan nostálgico.

-Claro que no, después de todo no soy un estudiante -Su tono era burlón-.

-Entonces creo que debería retirarse.

El azabache se acercó contoneándose tal como un felino para luego dejar un papel en la mano del profesor rozando sutil sus dedos, para enseguida irse hasta el marco de la puerta <<Entonces adiós profesor Malfoy>> y desaparecer del aula.

El profesor mostró su rostro molesto, cómo se atrevía a aparecerse después de eso y es más, interrumpir su clase. Por unos momentos pensó que el cuatro ojos ese quería disculparse y eso no lo alegraba, ponerse esas fachadas para andar por el castillo e incitar a cualquier estudiante en plena pubertad a tener semejantes pensamientos indecentes con él, quizás ese era su propósito.

Pero cualquiera que lo hubiera visto hoy hubiera pensado que su pelo era un desastre, y su ropas eran más grandes de lo que deberían ser, solo los hacía pensar que era un descuidado a la hora de levantarse, pero para Malfoy no era así, sus cabellos estaban ordenados de manera estratégica y su ropa, la que había olvidado en su casa por total casualidad después de su discusión, lo hacían ver adorable, tanto así que si no estuviera enojado hubiera sido un total ataque mortal, como un Avada kedavra directo al corazón.

Cuando terminó sus clases fue a su despacho y lo encontró allí, sentado en su silla y con la cabeza recargada en su mesa ocupando sus brazos como cojín, tuvo el fuerte impulso de ir y abrigarlo pero se contuvo.

-Potter -su voz sonaba severa- Potter -volvió a llamar, el aludido abrió sus ojos, se sentía soñoliento aún, frotó sus ojos y bostezo, cuando se desperezó un poco se levantó de un golpe y fue hasta Malfoy para abrazarlo pero este lo esquivo- Potter no creas que te perdonare esta tan fácil.

-Pero, pero -Su voz sonaba compungida, como si fuera a llorar. Pero Malfoy no caería de nuevo en su juego-.

-Tu decidiste ir con la pelirroja-comadreja-roba-novios-Wesley y acostarte con ella el mismo día que me dijiste que fuera para allá, y le diste ese estúpido anillo.

-Claro que no -gruño-.Admito que estuve con ella hablando pero luego de un rato me quede dormido y cuando desperté estabas tu y ella a mi lado, tu gritaste, y no sé qué ocurrió -Dijo esto tan rápido como lo que te demoras en gritarle improperios a Peeves después de que te hace una mala jugada-.

-No te creo Potter.

La magia de Harry se empezaba a descontrolar un poco por la tristeza y el enojo, como cuando vivía con sus tíos, pero pudo controlarse.

-Estaba pasando el tiempo con ella -Su voz comenzó a quebrarse-.

-Pero el anillo Potter,así no te puedo creer. Al menos hubieras disimulado mas ese estúpido anillo.

-¡El estúpido anillo ese era tuyo idiota! -Harry hizo acopio de todo su experiencia Griffindor y salió de ahí con su cabeza en alto, dejando a un Draco Malfoy muy desconcertado.

El rubio se dejó caer en su silla, a pesar de que eso fuera una mentira no quería dejarle ir, no eran la mejor pareja, peleaban en cada momento hasta llegar a hacer peleas de hechizo que los dejan heridos de gravedad a ambos, pero con todas sus fallas, y aún si no era el único no quería dejarlo. Después de todos le creería, y se sentiría especial por tener una inútil conexión cursi con él, abrió el cajón de su escritorio y sacó una cajita forrada en terciopelo para luego salir corriendo tras él.

Lo encontró en la puerta del gran comedor dirigiéndose hacía la salida.

-¡Potter detente ahí!

-¡No quiero!

-¡Ahora!

-¡No!

-¡Petrificus totalus! -Y el cuerpo de Potter quedó inmovilizado, su rostro quieto en el berrinche que estaba haciendo-. Te dije que te detuvieras y ya ves lo que pasó. Mira Potter yo te amo, entiendelo, pero si me vuelves a engañar o te quitas esto te mato -Dijo amenazante mientras ponía un anillo en su dedo, con un florete de su varita deshizo el encantamiento dando paso a que el rostro de Harry se pusiera tan rojo como el cabello de Ron.

-Que no lo hice -susurró, con confusión, no sabía si ofenderse o estar feliz.

-entonces simplemente no te saques esto de por vida, porque eres solo mio -lo jalo del brazo y lo abrazo-. Solo mio Harry...

Y aún ahora Draco se preguntaba si Harry se enojaría mucho si ocupara aquel hechizo, pero dudaba que hiciera la diferencia, una muerte más una menos, les ayudaría eso a los Weasley, una boca menos que alimentar, y no deshorarian tanto su nombre si nunca se enteran de la traición de la menor.

Solo mioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora