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ANTES

"Louis, háblame, por favor." Rogó Harry, con la voz quebrada. "No me puedes hacer esto. Yo tampoco quería que esto sucediera."

Louis lo miró con una frialdad que le tomó por sorpresa, sus brazos cruzados. Se encogió un poco bajo esa mirada, sus ojos eran hielo. Además de eso, se veía imperturbable, tan fresco como siempre.

Estaba al tanto de que no era un sitio adecuado para hablar sobre eso. A pesar de que ya casi todos los estudiantes se habían ido. aún quedaban unas pocas personas charlando en el aparcamiento del instituto. Se encontraban lo bastante lejos para no ser oídos, pero no era difícil notar su consternación, sobre todo por sus mejillas húmedas. Si hubiera encontrado otra manera de hablar con Louis, la hubiera tomado, pero este lo estuvo evitando todo el dia, evadiendo la conversación que había quedado pendiente de la noche anterior, y Harry ya estaba al borde de una crisis de nervios, cuando lo vio dirigiéndose a su coche a toda prisa. 

"Deshazte de eso." Le dijo Louis, con simpleza, su rostro sin expresión. Harry sintió una punzada de dolor ante sus palabras, que debió haber mostrado en su rostro, porque Louis titubeó un poco.  "Es lo mejor... Si lo haces, todo volverá a ser como antes. Haremos como que esto nunca ocurrió. Ambos podremos seguir con nuestras vidas, con nuestros planes."

Harry lo había pensado, mucho, no había dormido la noche anterior dándole vueltas al asunto. Sus padres, después de gritarle y de decirle lo decepcionados que estaban de él, le habían ordenado que hiciera lo que Louis estaba insinuando. Abortar era la mejor opción, para todos. Tenía dieciocho años, un bebé arruinaría su vida. No había forma de que el pudiera tenerlo.

Pero

"No puedo." Confesó, su voz rompiéndose al final en un ruido lastimado.

No, no lo haría. La había cagado, metió la pata, quizás se estaba arruinado la vida para siempre, pero había algo en sus entrañas diciéndole que no podía hacerse eso. En ese momento, su mente se lleno de determinación.

Louis se quedó callado durante algunos minutos, solo observando a su novio en silencio, pudo haber notado el cambio en sus ojos. 

"Yo no puedo hacer esto, Hazz" Le dijo, algo de suavidad en su voz, su tono como de disculpa. "Me estas pidiendo demasiado, estaré en Yale en unos meses. Tu podrías haber estado ahí conmigo, no abandones lo que habíamos planeado por un estúpido capricho."

Harry lo detesto. Este no era su Lou, no conocía a esta persona, pero ya no quería seguir hablando con el. No había forma de hacerle cambiar de opinión, no había manera de que viera más allá de si mismo, de que pensara en ambos.

"Lo entiendo." Dijo solamente, aclarándose la garganta. "Este es sólo mi problema. Supongo que pensé, pensé que querrías saber."

"Hubiera sido mejor si no."

Quizás en ese momento Harry dejó de sentir, caminando en dirección a su coche, cabizbajo, apenas reuniendo la fuerza para levantar sus pies, clavando las uñas en su vientre sin darse cuenta. Su rostro estaba más pálido de lo que había estado nunca.

"Adiós, Lou."

No quiso mirar atrás. Quizás si lo hubiera hecho, si hubiera volteado, si sus ojos se hubieran encontrado, puede que todo hubiera diferente. Pero no lo hizo.


DESPUÉS

Harry dejó las maletas en el suelo, echando un vistazo a su departamento. Era bastante sencillo, pero era todo lo que se podía permitir, no conseguiría un precio tan generoso por un lugar como ese. Además, tenía una hermosa vista. Algo de remodelación, una nueva capa de pintura, una mejor cerradura para la puerta, y estaría como nuevo. Seria suficiente hasta que pudiera conseguir algo mejor.

Observó con diversión como su hija Amy daba vueltas en la sala de estar, con los brazos abiertos. Cuando se detuvo, ella le dio una sonrisa brillante, mostrando sus dientes faltantes.

"¡Me encanta!" Exclamó con entusiasmo. "Quiero ver mi cuarto"

Harry la miró con seriedad.

"No tienes. Sólo hay una para mí, tu dormirás en el suelo."

Amy tenía seis años, pero era una niña inteligente, hablaba hasta por las orejas, y la habían adelantado de curso dos veces. Tenía largo cabello rizado, como su padre, y amables ojos azules. Nunca caía en las bromas de Harry.

"Eres un mentiroso, papá." Hizo un puchero, extendiendo los brazos hacia él. "Llévame."

Harry la tomó en sus brazos, llevándola hasta la segunda habitación, que estaba pintada casi completamente de rosado. La dejó sobre la cama, sentándose junto a ella.

"Mañana iremos a la tienda a comprar cosas para decorar tu habitación." Le dijo, y los ojos de ella se iluminaron. "Pero ahora debes dormir, son pasadas las nueve..."

"Cuéntame un cuento." Pidió ella, ya acurrucada bajo las sábanas. 

Y así lo hizo, le contó un cuento sobre princesas, príncipes y dragones, hasta que su niña estuvo respirando con tranquilidad, su rostro relajado.

Apagó las luces de la habitación, cerrando la puerta con cuidado.

No se imaginaba sin ella. Le daba vida a su mundo, le hacia levantarse cuando sentía que ya no aguantaba más. Todo lo que había logrado era por ella. Ya no se mortificaba pensando en el pasado, sus padres lo habían echado, su novio le había dado la espalda, no hubo nadie para ayudarlo, pero nunca miro atrás, nunca se arrepintió. 

Lo habían conseguido. Juntos. 

Entró a su habitación, dejándose caer sobre la cama. Apenas en la mañana, todavía estaban en Holmes Chapel, la ciudad donde habían estado viviendo. Londres le traía malos recuerdos, pero le habían ofrecido un buen trabajo, uno que no podía rechazar. Había sido un viaje agotador. Y estaba por quedarse dormido, sin haberse cambiado la ropa, cuando su celular sonó en su bolsillo.

Atendió con un gruñido. Pero al otro lado de la línea no se escuchó más que silencio.

"Harry..." Se escuchó. "Volviste"

Esa voz. La hubiera reconocido en cualquier sitio, aunque no creyó volverla a escuchar jamás. Era una voz que no escuchaba desde hacían más de seis años. Era la voz de sus pesadillas, la que se distorsionaba, repitiendo las misma palabras una y otra vez. No pudo evitar recordar, la misma persona que le había susurrado que lo amaba, le había hecho tanto daño.

Entonces, seguía en Londres.

Cortó la llamada, sus dedos temblorosos. No consiguió conciliar el sueño esa noche.

Volvimos.

Together; Larry Stylinson (M-PREG)Where stories live. Discover now