Parte 9

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-Creemos que la persona que lo atacó a usted, es la misma que hirió a Nobri- dice uno de los policías. -¿Está muerto?-exclamó con precipitación, como decepcionado de que su plan no fuera seguido con detalle por aquel desconocido.

No, aún vivía, ya le habían explicado varias veces la entera situación, pero él sólo escuchaba palabras aisladas.

Se dieron cuenta de su ofuscación, y decidieron que mejor lo dejarían descansar para que su mente se recuperara completamente. Le preguntaron por algún familiar, amigo o conocido.

En su solitaria vida, sólo tenía un amigo, al cual, por lo atareado de sus planes criminales, no había contactado en meses.

No tenía idea de dónde estaría, era escritor, viajaba siempre, se ocultaba otro tanto, lo veía a ratos. Les dio su número de casa.

Regresaron con la novedad, de que no estaba, había salido de viaje, a una romántica ciudad italiana, la noche en que Zirem había sido atacado.

Que extraño pensó él, su amigo nunca salía de viaje si antes no se despedía de él, que había pasado que salió sin mirar atrás, con tanta prisa.

Al tercer día, le permitieron salir del hospital, bajo observación, pues su estado emocional estaba un tanto alterado, más nervioso de lo normal, porque nadie mencionaba las notas.

No le decían si las habían encontrado los policías de la línea roja en el pantalón, si estaban en poder del agresor, o tal vez si se habían trasformado en cenizas.

Pero cómo habrían atacado a Nobri con tanta exactitud, sin ayuda de sus apuntes, o había sido él mismo en un estado de absorto odio y rencor, donde tal vez no lo recordaba.

Con la mente más clara, preguntó a los policías cómo había sido que él llegó al hospital. Alguien había hablado y dicho su ubicación exacta.

El tóxico que usaron para adormecerlo, era letal, segundos más aspirándolo hubiera muerto, segundos más sin atención médica, estaría en la morgue, una cantidad mayor hubiera sido su fin.

El crimen perfectoWhere stories live. Discover now