Capítulo 3: El Rey

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Aquí dejando el tercer capítulo creo que ¿algo nostálgico?

Disfruten su lectura
Namie
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Fui nombrado el Rey de la Cancha no por mi habilidad en el deporte, menos como algo halagador. Se trataba de un apodo que rechazaba mi existencia como setter. Mis propios compañeros se rehusaban a reconocer mi habilidad y a mejorar con ella. Qué decepción.

Desde la emotiva despedida de los jugadores de tercero y mi nombramiento como setter oficial me propuse ser como él, alcanzarlo para después superarlo. Ser mejor era lo único que cruzaba mi mente, si siendo mejor lo obligaría a mirarme aunque fuese como un rival entonces lo sería sin importarme nada más, un rival que lo entendiese. Ese debía ser yo.

Oikawa había dejado su lugar vacío en el cuadro inicial siendo mi obligación el llenarlo. Esa era mi meta. Demostrarle que alguien lo tomaba enserio, que había una persona que conocía a la perfección el trabajo duro que había invertido en su entrenamiento considerándolo su máximo a vencer. Si no se me permitía amarlo estaría a su lado de otra forma.

Con el tiempo comencé a notar que mis exigencias parecían demasiado para los demás. Su esfuerzo no era el suficiente, nunca lo era. Para mí, eso sólo significaba que no se tomaban nada con seriedad, que sólo se trataba de una actividad física que practicar para pasar el rato. Imperdonable.

No es suficiente. Nunca fue suficiente y nunca lo será. Más fuerza, más velocidad, más instinto, más dedicación. Ninguno entendía lo que pedían a gritos mis levantadas y así fue como el reinado de Kageyama Tobio comenzó en Kitagawa Daiichi.

Ese reinado de tiranía, estaba por llegar a su fin. El último torneo accesible para los de tercer año daba comienzo. Se trataba de mi última oportunidad para llevar a Kitagawa a la cima, dejar mi huella; aún si tenía que hacer todo yo solo, lo haría por Oikawa en honor a lo que algún día sentí por él y que dejé muy enterrado en mis más vagas memorias colegiales como lo más hermoso que me había ocurrido en la vida.

Mi primer rival era un equipo desconocido y por consecuencia débil. No se podía esperar más de aquellos que sólo viven de ilusiones y bellas esperanzas. El mundo no es tan benévolo. No lo es.

Al verlos supuse que mis deducciones eran ciertas. Incluso su capitán que sufría en el baño, se había atrevido a declarar que ganaría. No lo encontré desagradable, algo así debía de decirme para que por lo menos el partido valiera la pena, no dejaba de ser un segundón irrealista y tonto, pero mínimo podía calificarlo como "valientemente inútil".

Al final, ese enano no era sólo palabrería barata; aun cuando no resultó victorioso en nuestro encuentro algo en él me hizo darme cuenta de algo a lo que no logré ponerle nombre pero si supe que sería importante. Si, él era un principiante insensato, pero su habilidad y reflejos natos darían frutos con el entrenamiento adecuado. Lo supe en el momento en el que me retó y juró vencerme. Decidido, con lágrimas en los ojos admitió su derrota afirmando que me superaría sin importar el tiempo que le tomara. Sólo alguien con completa convicción y compromiso con el deporte podría decir tal barbarie después de sufrir tal derrota. Su nombre era Hinata...algo.

Así que sin más, acepté su reto llegando a pensar por un momento que si mis compañeros tuvieran un poco de lo que a ese enano le sobraba, la victoria la tendríamos asegurada. Una victoria que dedicaría a aquél que se quedó a mitad del camino, a quien tuve que ver sufrir la derrota y llorar en los brazos de su amado, que no soy yo.

No soy gayWhere stories live. Discover now