-Capítulo 10-

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Con el paso de los días intenté acostumbrarme a lo que es verlos juntos cada minuto. Exacto, intenté. Se me hace imposible imaginar que hace apenas dos semanas era ella y las demás las que me aconsejaban olvidarme de él, que siguiera mi vida sin tener que estar pendiente de todo lo que diga o haga un famoso y que lo mejor era desenamorarme de él y ahora la veo a su lado, tan sonriente y alegre. Ambos caminando de la calle y la felicidad se huele a kilómetros. Cómo me gustaría estar en la piel de esa chica, pero ni le llegaba a la suela de los talones. Debería estar contenta por mi amiga y por mi mejor amigo. Sí, pero el inconveniente estaba en que me enamoré de mi mejor amigo y me estaba costando un riñón llevarlo.

Me levanté como cada mañana desde hacía unos días bastante cansada, y es que no había pegado ojo. Una pesadilla se repetía en mi subconsciente una y otra vez. Ese era el motivo de mis despertares a altas horas de la madrugada empapada en sudor y con la respiración agitada. No me gusta mucho recordarla, pero haré un pequeño esfuerzo para que os hagáis una idea más o menos de qué va.

Ejem, ejem.

"Era mi séptimo aniversario al lado de Nathan. Siete meses juntos ya, quién lo diría...

Me encuentro en el salón del piso de los chicos. Afirman que mi novio me tiene preparada una sorpresa como regalo. Yo, emocionada, sigo las instrucciones de mis amigos. Ellos me tapan los ojos y me van indicando la dirección que debo seguir. Siento que se detienen y me quitan la venda que me impedía ver. Nos encontramos frente a una puerta. Escucho ruidos dentro de esa habitación y a cada segundo mi emoción y nerviosismo aumenta. Se miran decididos entre sí y al fin uno se digna en abrir la puerta.

-¡Felices siete meses, ____! -exclaman los cuatro a la vez.

Yo salgo corriendo de allí horrorizada, cubriéndome la cara ocultando mis lágrimas mientras escucho risas maléficas. He visto a una mujer con Nathan en su cama... Tan solo tengo ganas de desaparecer. "¡Desaparecer, eso haré!" me digo. Encamino mis pasos hacia la terraza. Una vez estoy en el balcón me subo a la barandilla de este. Siento pánico al principio, pero el recuerdo de lo que acabo de vivir ocupa el primer plano de mis pensamientos y eso me impulsa a precipitarme al vacio desde un noveno. Tengo la sensación de que el tiempo se ralentiza, haciendo que mi caída se prolongue; justo antes de rozar el suelo, me despierto".

Una vez me mentalicé en que solo había sido un sueño, bajé a la cocina.

-¿Tú que dices, ____?

-¿Eh? -me rasqué la nuca, algo confundida.

-Que si te apuntas -rodó los ojos Lucía.

-¿Pero a qué? -me irrité un poco.

-Que si vienes a la fiesta del amigo de los chicos, tranquila -me calmó Noemi.

-Lo siento, es que hoy no he dormido bien y por eso estoy así -agaché la cabeza.

-¿Otra vez? -frunció el ceño Carolina.

-Ajá.

-¿Y no sabes por qué te pasa eso?

-No -mentí.

-Bueno, ¿entonces te vienes? -cambió de tema Saray.

-¡Pues claro! -sonreí.

***

-¿Y el amigo ese de los chicos está bueno? -preguntó Lucía, enfundándose en un vestido verde esmeralda.

-Ni idea, no lo conocemos -se encogió de hombros Noemi.

-Lucía, ¿ya pensando en ligues? -le guiñé un ojo.

-¡Hombre! -dijo y reímos- Yo si fuera tú también estaría pensando en tíos.

"Es difícil teniendo ya a uno en mente" pensé.

We're drunk on love (Nathan Sykes y tú) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora