CAPÍTULO 2

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Narra Pablo:

El sonido del timbre me hace despertar de mi sueño. ¿La gente no tiene vida y tiene que venir a la mía a molestar?

Me levanto del sofá y abro la puerta. ¡Mierda! ¡No me acordaba de que estaba en calzoncillos! Cogí una de las mantas que reposaba sobre el sofá y me tapé corriendo, aunque ya había visto lo suficiente como para contárselo a todo el mundo.

Es Sabrina, la cartera que reparte las cartas por el barrio. Joder, ahora tendré que mirarle a los ojos cada día. ¿Cómo la miro después de verme en calzoncillos?

-Pablo: Lo siento.

-Sabrina: No pasa nada Señor Moreno, haré como que no he visto nada.

-Pablo: Pero has visto jajaja

-Sabrina: Usted está de buen ver, es normal que se me vayan los ojos. Lo siento, no debí hacer ese comentario.

A mi también se me van los ojos cada vez que viene. Sabrina es una de las mujeres mas guapas que conozco, y tiene un culo... ¿Pablo que haces? ¿Puedes dejar de pensar en el culo de la cartera?

-Pablo: Bueno, gracias.

-Sabrina: Aquí tiene su correo. Se-Señor Mo-Moreno...

Sabrina cae desplomada en el suelo. Me agacho a mirar que le ha pasado. Está inconsciente.

La cojo en brazos y la tumbo en mi sofá. Cojo el teléfono y llamo a emergencias. Mandan una ambulancia para mi casa.

Cojo el pantalón que me quité antes y me lo pongo.

Sabrina abre los ojos. Está pálida y no sabe donde está. Le explico lo que ha pasado e intenta ponerse en pie, pero las piernas le fallan y cae sobre el sofá.

Llaman al timbre. Son los de la ambulancia.

Tumban a Sabrina sobre una camilla y se la introducen el la ambulancia.

-Enfermero: ¿Conoce a la paciente?

-Pablo: No, solo sé que es cartera.

-Enfermero: ¿Va a acompañar a la paciente al hospital?

No conozco mucho a Sabrina, pero no voy a dejarla sola.

Asiento con la cabeza y entro en casa apara coger mi camiseta y la chaqueta. Me monto en la ambulancia y voy hacia el hospital.

Narra Iriome:

Termino mi jornada de trabajo y voy a casa a comer. Introduzco la llave en la cerradura y como de costumbre no hay nadie. Desde que mi padre murió mi madre se pasa el día entero en el bingo y casi no la veo.

Voy a la cocina y empiezo a prepararme la comida. Mi móvil empieza a sonar. Es un número que no conozco. Dudo en descolgar o no, pero me acuerdo de Sergio. Supongo que será él.

-Iriome: ¿Si?

-Sergio: Hola, soy Sergio.

-Iriome: ¡Hola Sergio!

-Sergio: ¿Sigue en pie lo de ir a la bolera?

Lo mejor va a ser que le diga que no. Hace mucho que no voy a la bolera y me trae muy malos recuerdos. Se me empañan los ojos cada vez que lo recuerdo.

-Iriome: Verás, me encantaría quedar contigo, pero no puedo ir a la bolera. Si quieres vamos a otro lado.

-Sergio: Bueno, me hacía ilusión ir, pero si quieres vamos a otro lado.

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