005: Marcas para siempre.

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«¡Ford! ¡¿Ford?! ¡Ayúdame! ¡Por favor! ¡Ford!»

Abrió los ojos débilmente, estaba atado a un árbol de pies y manos le era imposible moverse, pero de todas formas no podía ya que estaba muy lastimado en especial su cabeza. Notó algunos cortes en sus brazos, estaban sangrando pero le daba señal de que eran recientes. ¿Cuánto tiempo había pasado así? ¿6 horas? ¿8? ya era de noche, de nuevo. No podía creer que apenas había despertado esa misma mañana y los gritos del niño eran la causa de que despertara. ¡El niño! Volteó a ver hacia todas partes pero no había ninguna señal de el.

«¿Acaso está...? No, no puede ser...», pensaba.

El niño no podía estar muerto, no podría perdonarse eso jamás. Un pequeño de casi 5 años muriendo a su "cuidado", era lo peor que le había pasado, por supuesto, después de haberse perdido entre dimensiones.

-Hey al fin despiertas -se escuchó una voz grave-, ya es momento de que veas pequeñín, tu amigo ya despertó.

Ford alzó la mirada y vio quién lo había herido, sin embargo no era una persona. Sintió un escalofrío al sentir una pata peluda en su barbilla, era un fenómeno con 8 patas pero desde su cintura para arriba tenía la apariencia de una persona normal.

-¿F-Ford? -se escuchó una voz débil, era el niño. Este estaba a un árbol frente suyo atado de la misma forma que el castaño a diferencia que antes tenía tapada la boca con una especie de telaraña viscosa. Seguramente dio pelea para que no lo ataran.

-Hey, pequeño... ¿Estás bien? -preguntó el castaño, trataba de moverse pero le era imposible ya que las heridas no se lo permitían.

-Oh vamos, no se pongan sentimentales. Iré al grano, solo necesito saber 3 cosas acerca de ustedes, me responderán de forma sincera, ¿de acuerdo? -dijo el fenómeno, daba vueltas por los árboles que estaban atados sus víctimas y Ford pensaba en como era posible que una especie de araña-humano pudiera existir.

-De acuerdo -murmuró el castaño, el tipo miraba al niño con una sonrisa burlona, el pequeño sintió un escalofrío al verlo sonreír de esa forma, le tenía miedo.

-Número uno, ¿Quiénes son?, ¿De dónde son? Y... ¿De qué dimensión vienes tu? -terminó y volteó la mirada hacia el castaño, señalándolo. Este dudó brevemente antes de contestar pero calló.

Ambos castaños se vieron fugazmente, con solo la mirada quedaron en que el mayor hablaría, el pequeño no podría hacerlo. Debían decir la verdad si no querían ser la cena de esa araña.

-Mi nombre es Stanford Pines, el del niño es Stanley Pines -tragó saliva-, el niño pertenece a esta dimensión pero yo no, pertenezco a la dimensión 46 -respondió y dio un largo suspiro al terminar.

El sujeto solo los miraba, estudiaba sus expresiones como si nunca hubiera visto algo igual, sus patas peludas incomodaban al pequeño, le aterraban las arañas. Sin embargo, el tipo cambió drásticamente en segundos, lo que parecía humano ahora era completamente una araña, era horrible y solo por gracia asustaba al menor causando que Ford se enojara y se sintiera impotente por no poder detenerlo. El pequeño empezó a llorar, no quería seguir con eso.

-¡Ya basta! ¡Déjalo en paz fenómeno! -gritó haciendo que la araña volteara a verlo, este rió de forma extraña y se acercó al castaño. Le quitó las amarras que tenía en las manos y pies y lo tomó del mentón obligándolo a verlo.

-¿Fenómeno eh? Miren quién lo dice, la persona que tiene seis dedos en cada mano y a una araña mutante le dice fenómeno, no me lo esperaba -dijo de forma sarcástica, Ford se estremeció al escucharlo y reflexionó, tenía razón. La araña lo dejó caer al suelo y comenzó a crear un líquido viscoso que salió de su boca y la dejó gotear en el cuerpo del castaño.

-¡Desgraciado! -exclamó tratando de quitarse el líquido que al parecer era ácido, eso jamás se quitaría pero era doloroso. El pequeño solo miraba tal acto y las lágrimas en sus ojos eran abundantes, no quería ver sufrir a Ford.

-¡Ford! ¡Déjalo araña tonta! -exclamó el infante tratando de aflojar los amarres, la araña volteó a verlo y sonrió de forma maníaca y caminó hacia el formando el líquido de nuevo para el niño. Ford vio lo que quería hacer, casi sin fuerzas, intentó sacar de las múltiples bolsas de su saco un gran cuchillo y corrió a duras penas hacia la araña.

-¡No toques al niño! -gritó con todas sus fuerzas mientras corría con el cuchillo.

Esta volteó a ver al castaño pero era tarde, el cuchillo había traspasado hasta su corazón y comenzó a convulsionar. Las patas se movían de forma extraña y sus ojos se pusieron en blanco. El castaño se paró frente del el viendo como sufría lentamente, hacia presión en las quemaduras y cortadas que tenía.

-¿Sabes? Yo... También venía de la dimensión 46... En ese lugar me convertí en esto... Yo no quería llegar a esto... -susurró con sus pocas fuerzas que le quedaban. El castaño quedó boca abierta al saber eso, no era el único que había creado un portal.

-Tu lo decidiste, no fue culpa nuestra -respondió con los brazos cruzados, el ser en segundos volvía a su forma humana. La muerte lo volvió normal, pero ya no gozaría de la vida como humano.

-Al menos... Me quitaste un peso de encima, Stanford Pines. Pasé 20 años investigando esta dimensión... -murmuró y cerró sus ojos- Busca mi estudio, tendrás respuestas de esta dimensión, está cerca de... -no terminó la frase ya que había muerto. El castaño arqueó una ceja, ¿Por qué buscaría el estudio de alguien que quería matarlo o peor? Sin embargo recordó lo que dijo, perteneció a la dimensión 46.

Estaba casi por amanecer, el castaño reaccionó y volteó su mirada al niño, estaba atado aún y debía ayudarlo. Quitó las amarras y el infante lo abrazó, Ford dudó un momento pero correspondió tratando de consolar al pequeño ya que lloraba.

-Ya, cálmate niño, ya pasó... -dijo y obligó al pequeño a verlo y secaba sus lágrimas con sus pulgares.

-Tenía tanto miedo Ford... ¿No volverá a pasar? ¿Lo prometes? -dijo y rasco sus ojos, el castaño dudó pero le dedicó una pequeña sonrisa.

-Ya no pasará, ahora hay que volver a la cabaña -dijo mientras empezaba a caminar, ambos pasaron a la par del cadáver de la araña pero la ignoraron ya que no querían recordar la trágica noche que habían tenido. Sin embargo, el menor paró en seco, pensando.

-Hey, ¿Qué sucede? -preguntó el mayor, el pequeño miraba hacia el suelo sin responderle- Dime que te pasa niño. El infante subió su mirada y vio al mayor, debía hablar ya.

-Es mi culpa que la araña nos atrapara, yo soy el culpable -dijo casi en un grito, el mayor abrió los ojos como platos al escucharlo, no podía creerlo.

-¡¿Qué?! ¡¿Qué sucedió?! -preguntó en un tono molesto, se cruzó de brazos esperando una buena explicación acerca de lo sucedido, el pequeño tomó una gran bocanada de aire y rascó su nuca.

-Bueno, esto fue lo que pasó...

Different Dimensions. [Stanford Pines]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora