Un abrazo sospechoso.

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Sucedió que un día, después de un par de dosis, una mujer y una botella de soda, Richard Armitage acabó rendido sobre un sofá.

Las nueve de la mañana. Llovía en la calle.

Las diez de la mañana. Aquella mujer se había ido apenas terminó de llover.

Once de la mañana. Richard seguía durmiendo en aquel sofá, no se había movido ni un milímetro. No notó cuando aquella mujer se llevó un par de billetes de su cartera y un poco de pastel que quedaba en su nevera.

Once cuarenta y siete. Ojeras, a pesar de haber dormido. Hambriento, pues no había comido desde la última vez que Martin se había presentado en su puerta, ósea, dos días.

El azabache miró el reloj que tenía en su muñeca derecha sin poder recordar porque lo llevaba en ese brazo. Once cuarenta y ocho. 

Qué raro Martin no ha venido a molestarme. Siempre llega a las once como máximo. ¿Por qué no ha venido hoy?....

Richard se levantó apurado hacia su baño, pues recordó que tenía una junta bastante importante las doce y media de la tarde.

El agua estaba helada. Se bañó en un minuto y salió tomando el primer traje que encontró en su armario, poniéndoselo y corriendo hacía la salida. Tomó su celular y las llaves de su coche, pues era demasiado tarde como para llamar al chófer y decirle que pasar a recogerlo.

La pantalla de su celular marcaba veinte llamadas perdidas y treinta mensajes de texto, sin contar los de WhatsApp. Subió a su coche y comenzó a conducir.

En un alto le llamó a Martin, quien contestó en seguida.

-¿Richard?, ¡Richard!-. Gritó Martin-.

-No grites en el micrófono, casi me rompes el tímpano-. Le respondió Richard-.

-Perdón. ¿Dónde has estado?, ¿Dónde estás?, llevo esperándote toda la mañana-. Martin sonaba preocupado, como muchas de las otras veces que Richard había llegado tarde. Veinte y apenas llevaban un mes trabajando juntos-.

-Estoy hablándote desde un semáforo que está, estaba en rojo-. Richard recuperó de nuevo el ritmo-

-No hagas eso, puede ser peligroso-. De alguna forma a Richard le gustaba que el rubio sonara preocupado. Sonrió levemente

-Mientras no me multen no habrá problema-. Replicó el ojizarco al menor-. Llegare en unos minutos, tengo que colgar o chocare o atropellare a alguien.- Richard término la llamada y aventó su teléfono al asiento de al lado-.

En efecto, Richard llegó un par de minutos después. A las Doce veintitrés atravesó la puerta, ignorando como siempre a la molesta recepcionista. El trayecto en el elevador se le hizo muy largo, a tal punto que desactivo todos los pisos dejando sólo el suyo. Los empleados lo odiarían más.

-Al fin llegaste-. Martin apareció con una sonrisa nerviosa-. Ya están aquí-.

El azabache caminó tras el rubio hacia la sala de juntas. Estaba ensayando lo que diría a los empresarios. Sería una junta para hacer un negocio muy importante con los dueños de una empresa antigua, pero que había ganado mucha popularidad desde hace un tiempo.

El ojigris abrió la puerta y allí estaban, dos hombres en una sillas lado a lado. Serán pan comido, pensó.

-Buenas tardes. Comenzaremos más temprano de lo previsto, ¿no es así?-. Pregunto Richard extendiendo una mano-. Richard Armitage, vicepresidente. Él es mi secre...-. Casi se le escapa decirle secretaria-. Ayudante, Martin Freeman.

Sí Thorin no hubiera muerto.~Thilbo Baggenshield ~(Yaoi.)Where stories live. Discover now