capitulo 8

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A Roslyn le dolían las mejillas de tanto sonreír y se sentía algo mareada, tantas personas y tantas caras nuevas que la felicitaban y le daban la bienvenida a su nuevo hogar, parecían personas muy amables y cariñosas, eso era buena señal ¿verdad? Solo le preocupaba su marido, el cual había descubierto que se llamaba Connor, gracias a ese hombre alto que lo había saludado por su nombre, Crispín creía haber escuchado que lo llamaba su esposo. Esposo, la sola palabra le sabía extraña en su boca. Lo miro de reojo, estaba sentado al lado de ella, tenía la vista en algún punto del salón, donde todos se congregaban a bailar. No le había dirigido la palabra en toda la noche, solo la había mirado unas cuantas veces para depositar algo de comida en su plato y ofrecerle la copa de vino, pero de forma inmediata apartaba la vista de ella. Se sentía extraña, como si su presencia le molestara, lo había observado varias veces removerse incomodo en asunto y la vez que por accidente sus rodillas toparon las separo de manera inmediata como si su contacto le quemara ¿Cómo se suponía que llegaran a conocerse, si él ni siquiera la miraba? Y lo peor ¿Cómo se supone que se acostaría con él? Si parecía que él no la tolerara.

- ¿Te la estás pasando bien? –pregunto el viejo laird

- ¿Ah? – ese comentario la saco de sus pensamientos, al tiempo que el volvía a formular la pregunta

- Te decía que como la estás pasando

- Oh, bien gracias, todo es magnífico – dijo con una sonrisa en el rostro

- No parece – mascullo Connor entre dientes

- ¿Cómo dices? –pregunto ella

- No has probado nada de tu comida, ¿es que tienes miedo a que este envenenada?

Roslyn miro su plato, donde toda la comida estaba intacta.

-¡oh! – Exclamo ella –no es eso, solo que por los nervios se me ha cerrado un poco el estómago. El la miro fijamente y ella le sostuvo la mirada hasta que el volvió a apartarla nuevamente. Miro nuevamente su plato y sonrió, al parecer su marido se había fijado en ella y en lo que hacía, le agradaba la idea que también le estuviera observando como ella a él. Eso la puso de muy buen humor.

Connor estaba inquietándose cada vez más, estaba suponiendo un gran esfuerzo mantener la mirada lejos de su flamante esposa. Y no ayudaba mucho la erección que estaba teniendo en esos momentos, maldijo, menos ayudaba el hecho de percatarse que ella también lo observaba atentamente, como esperando a que el la tomara en brazos y la lanzara a la mesa, para poseerla ahí mismo. Cuando su rodilla toco con la de ella, sintió un estremecimiento que le recorría todo el cuerpo y no pudo evitar separarse inmediatamente de ella y vio que ese gesto la lastimaba, porque volvió la vista hacia donde estaban los felices danzarines trato de componer una sonrisa. ¡Diablos! No debería importarle lo que ella sintiera o no, además no creía que fuera una doncella con sentimientos, tal vez solo era una treta para engatusarlo con su cuerpo, su dulce y apetitoso cuerpo. Desde su posición si se inclinaba un poco, podía ver dentro de su escote que mantenían prisioneros unos grandes y jugosos pechos de piel cremosa, podía casi ver el rosado de sus pezones, con ese escote tan bajo. Volvió a removerse en su sitio y por el rabillo del ojo vio como ella lo miraba y se humedecía los labios. – Diantres – mascullo para sí. Lo estaba volviendo loco, tenía que poner un alto a esa tortura, si ahora era su esposa eso es lo que obtendría de él. Se decía a si mismo que cuando estuviera satisfecho de ella sería fácil olvidarla y dejarla de lado. Con ese pensamiento se relajó en su asiento y miro a los bailarines que gozaban del ambiente.

- Le gusta bailar señora –pregunto Crispín que estaba justo enfrente de ella

- La verdad no soy muy buena bailarina, mis maestros siempre se daban por vencidos cada que les brindaba un pisotón –termino por explican ofreciéndole una amplia sonrisa. Que le enmarco dos hermosos hoyuelos en las mejillas

Sueños de amorWhere stories live. Discover now