Capítulo 14. Revolución.

781 79 8
                                    

Me tumbé en la cama bastante cansado después de haber estado todo el día de un lado para otro.

Me había recorrido todo el Edificio de la Justicia varias veces con la ayuda de Katniss y más tarde con la de Johanna. Ellas dos se habían turnado para enseñarme las diferentes salas, instalaciones, y presentarme a aquellas personas que consideraban esencial que conociera.

A parte de a Beetee, también me habían presentado a un equipo de cámaras, con los que habían hecho varios propos para alentar a los rebeldes. También había charlado un poco con algunos de los rebeldes que mejor entrenados estaban en la materia de las armas.

Todos ellos habían sido muy amables conmigo y yo seguía sin merecerme nada de esto.

Una de las cosas que me había sorprendido es que aquí había no solo gente del 12, si no que muchos rebeldes habían venido de otros distritos e incluso desde el Capitolio para ayudar aquí con la revolución.

-¿Sigues despierto? – preguntó una voz abriendo lentamente la puerta de mi habitación.

-Sí, puedes pasar. – respondí incorporándome en la cama y encendiendo la luz de la mesilla.

Katniss cerró la puerta de nuevo y avanzó hasta sentarse en un lateral de la cama.

-Prim ya se ha dormido. – comentó ella. – Además, con todo el ajetreo no he podido preguntarte nada a cerca de hoy.

-Estoy deseando ser de ayuda. – sonreí levemente.

-¿Te parece bien donde te han asignado?

-Sí, creo que ahí es donde más puedo hacer.

Mi misión de momento era entrenar a los rebeldes para poder atacar el Capitolio cuando fuera el momento. Algunos de ellos se defendían a duras penas, pero muchos de ellos solo sabían algunos conceptos básicos sobre las armas y la defensa.

Era gratificante pensar que todo aquello que me habían enseñado en el Capitolio, ahora podría ser usado en su contra.

-Por cierto, había pensado que deberías hacer una visita antes de que el plan final se lleve a cabo. – añadió Katniss algo nerviosa.

-¿Una visita? ¿A quién?

-A la panadería.

-No. – me negué. – No quiero ver a mi familia. Estáá bien como está.

-No, no está bien. – rebatió ella. – Te vendría bien; a ti y a ellos.

Me quedé unos instantes pensando en esa opción. Quizás debería hacerlo aunque solo fuera verlos unos minutos; además, Katniss me lo estaba pidiendo por mi bien. 

-Bueno, me lo pensaré. – accedí algo dubitativo.

-Genial. – comentó la chica sonriendo. – Por cierto, buenas noches. – añadió dándome un beso corto en los labios y saliendo de la habitación intentando no hacer ruido.

-Buenas noches. – susurró Peeta antes de apagar la luz y tumbarse de nuevo.

Desperté de nuevo atado en esa horrible e incómoda silla, con la misma persona vestida de blanco caminando delante de mí aunque no podía verle el rostro.

-¿Te lo has pasado bien jugando a ser buena persona? – comentó irónico el hombre. – Lástima que como todos los juegos, esto también tenga que acabarse.

-¿Quién eres? – cuestionó el rubio.

-No, ¿quién eres tú, Peeta? – rebatió la voz. – Has pasado de ser un asesino de sangre fría a un estúpido chico enamorado. No puedes cambiar lo que eres.

Capturad al Sinsajo | Peeta Mellark |Where stories live. Discover now