Capítulo 9 [Imprevistos]

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Llegué a casa sin ganas de nada. No quise pasarme a saludar a mamá, que estaba en su cuarto, seguramente habría escuchado la puerta y ya sabría que estaba en casa. No quería cenar, lo único que quería era llegar a mi cama y dormir por tres meses, pero eso no era posible, sólo podría dormir hasta que la alarma sonara al día siguiente para ir a la Universidad. No podía esperar a que Junio llegara, y con él, las vacaciones. Estaba harta de levantarme temprano, pero tendría que ser paciente, aún quedaban dos meses.

Me dirigí al baño para lavarme la cara, que de por sí ya estaba llena de lágrimas secas. No debí haberme mirado al espejo, era un desastre, así que me limité a lavarla y a volverme a mi habitación. Mañana darían de alta a mi padre y debía estar de buen humor si quería que él también se sintiera bien.

(...)

Mis propósitos de levantarme con un buen ánimo no habían resultado en absoluto. Mi madre me había dicho que no podría asistir a mis clases hoy porque debía acompañarla a recoger a papá de la clínica, ella no podía traerlo a casa sola, así que necesitaba de mí. En parte fue un gran alivio, Thomas no iría hoy a clases, así que no tendría que estar sola y preguntándome cómo estaba a cada segundo, sin embargo, me atrasaría mucho en las lecciones, y no es como si tuviera muchos amigos que pudieran informarme a cerca de qué era lo que estaba pasando.

Tuve que prepararme rápidamente, mi alarma no había sonado porque había olvidado activar el maldito despertador. ¿Por qué mamá no me había dicho que debía ir con ella al hospital antes? Me ponía de mal humor las situaciones imprevistas. Desayuné los huevos que ya me había preparado mi madre. Nos dirigimos rápidamente al hospital ya que no queríamos hacer esperar mucho a mi padre.

Al llegar ambas nos dirigimos rápido hacia él y lo abrazamos con cuidado de no lastimar sus heridas en proceso de curación. Lo ayudé a llegar hasta la entrada mientras mamá iba al frente para traer el auto hasta la entrada y que papá no tuviera que caminar en exceso. Nos pasamos el camino a casa conversando sobre cosas banales y riendo como lo hacíamos siempre que estábamos todos juntos y lo estaba disfrutando.

Al llegar a casa llevamos a papá a su habitación y lo dejamos descansar pues se tenía que recuperar totalmente. Mamá salió al mercado, pues aún estábamos en las horas de la mañana y quería preparar un buen almuerzo para celebrar que todos estábamos en casa de nuevo. A pesar de su insistencia para que la acompañara me negué rotundamente. Me había levantado muy temprano y no quería hacer otra cosa que recuperar las horas de sueño aprovechando que no tenía clases.

Me cambié mi ropa y me puse el primer pijama que vi, arrojé todo lo que había dejado sobre la cama sin importarme mucho cómo caían las cosas al suelo y me recosté. Justo cuando el hermoso sueño me estaba absorbiendo mi teléfono comenzó a vibrar. ¿Por qué el universo me odia y no me puede dar un solo segundo de descanso? Abrí los ojos a regañadientes y vi que el número de Jess iluminaba la pantalla. Tomé el móvil en mis manos y tomé la llamada.

-Puedes irte a la mierda. – Fue todo lo que salió de mi boca para luego colgar y volver a recostarme. Sin embargo, eso no la detuvo, y el teléfono siguió vibrando sobre la mesa de noche, contesté nuevamente con el propósito de dejarle en claro que no me interesaba nada de lo que pudiera decirme, sin embargo, al instante en que puse el teléfono en mi oído otra voz fue la que habló.

-Créeme, ya he estado ahí muchas veces, y no es para nada lindo.- Y cólgó.

Oh, Connor...¿Por qué haces las cosas tan difíciles?


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Connor no te juna nadieeeee.

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Destrúyeme.Where stories live. Discover now