Profesora

13K 639 349
                                    

Esa mujer que deja llamas por donde camina y me sube la presión arterial, es mi profesora de Kinesiologia.

Hermosa y excesivamente sexual.

Un bombón hecho con el mejor chocolate blanco y una genio pulida.

Cuando entre a ésta carrera jamás imagine ser testigo de semejante tentación.

Y es que yo tengo dos serios problemas en mi vida que vuelven a esa mujer parte de mí.

El primero: me encantan, fascinan, desvelan. Las damas como ella o como otras.

Segundo: tengo un grave fetiche con las mujeres mayores que mi edad, con el poder y el estatus suficiente para admirar.

Entre más inteligente, independiente e inalcanzable, mejor.

Mi pasión crece con la elegancia propia de una verdadera hembra, una recia y bella mujer como Asami Sato.

Pero, me tengo que recordar que solo en sueños la haré mía... Porque ella es mi profesora y nunca en la vida me verá más que como a una alumna.

Sin embargo, gano años de vida cada vez que la adoro parada frente al pizarrón, cuando escucho sus tacones por el salón.

De vez en cuando se sienta en su escritorio y me llama a su lado para corregirme algún trabajo o examen luego de que todos se van.

Tengo que espantar los malos pensamientos que engendra mi subconsciente en ese momento a punta de cuchillo para poder prestarle atención.

Segar de mi mente ese cuerpo majestuoso con curvas divinas que me hacen la boca agua y presionan mi entre pierna.

Ocultó mis manos para que no me vea temblar, el solo tenerla cerca genera muchas cosas en mí.

Todas buenas, pero algunas no sanas para mi castidad.

La materia que ella imparte es una asignatura práctica. Lo cual quiere decir que tengo que asistir a varías clases en poca ropa para poder aprender y palpar correctamente el cuerpo humano, su anatomía.

Siempre me ha enorgullecido de mi buen físico, llevándose halagos de mujeres y hombres.

Dándome la ventaja en muchas facetas de mi vida. A mi profesora también le fascina.

En más de una vez me lo ha dicho discretamente o arreglado con otras palabras.

Constantemente me toma como su pareja para explicar o dar ejemplo de algo.

He notado que a veces me toca más de lo que debe. Me mira cada músculo con detalle cuando quedo en boxer y franelilla en medio del salón, al igual que muchas otras chicas.

Finjo no saberlo, pero lo sé.

O tal vez sea mi imaginación quien lo exagera.

Puede ser.

Repito la misma clase en otras secciones con la excusa de refrescar conocimiento o querer aprender más, pero la verdad es que solo lo hago para verla.

Nunca me sació de su apariencia.

Ella siempre nota que yo estoy allí.

Debes en cuando me regala una sonrisa, de esas que hacen que mi corazón palpite como un demente.

Se menea el cabello de una forma tan sensual, que me hace delirar como persona en el desierto.

Cuando la espió corrigiendo algún papel y me atrapa. Castiga mi fechoría obsequiándome una de sus bellas miradas verde esmeralda.

Gesto que esconde algo que no logro descifrar.

Mueve sus labios diciendo algo que no alcanzo a escuchar.

EnséñameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora