Capitulo 5

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Al llegar a su habitación de hotel, Madison decidió primero tomar una ducha y olvidarse de las palabras de Leandros.

Se relajó en la bañera con el agua aromatizada y una música instrumental. Se sentía tan cansada y agobiada como nunca.

Pero las palabras de Leandros seguían resonando en su mente como un eco de su propia voz mental, hizo una mueca al recordar que el vendría a recogerla a las siente, miro el reloj, eran las tres de la tarde por lo que tenía tiempo para descansar.

Salió de la bañera, se secó con la toalla más suave y afelpada de toda su vida, decidió ponerse un pijama para estar cómoda. Se lanzó a la cama con pesadez y suspiro de placer, estaba rendida, sólo quería dormir...

¿En que momento de se durmió? No lo sabía, sólo se levanto sobresaltada cuando la puerta de su suite era tocada, sin verse si estaba en condiciones normales de abrir fue a la puerta y abrió, parpadeo un par de veces hasta que identifico ese cuerpo fuerte enfundado en un traje de trabajo de color azul marino.

— oh dios! –gimió avergonzada, se hizo a un lado para que pasara– lo siento, me quede dormida....

— no pasa nada –Leandros parecía divertido, pero había cierto brillo en sus ojos que no quería identificar—

— el vuelo....el baño.... —comenzó a balbucear como una colegiala– dame unos minutos...

Corrió al cuarto y cerró la puerta, busco entre su maleta un vestido veraniego algo formal y a la ves informal, eligió el amarillo pastel.

Se quitó la pijama y se puso el vestido, se ajustaba algo a sus pechos pero no se vía mal, busco unas zapatillas negras de tacón, se las puso y luego se hizo un moño formal para darle un toque Chit a su atuendo.

Se puso un poco de polvo, delineador, rímel y un labial rojo que le quedaba a su color de cabello. Luego se tiró casi un kilo de perfume y no decir desodorante, se río por lo maniática que se veía en estos momentos.

Salió y le dio una sonrisa tímida a Leandros, agarro su bolso de la mesilla del recibidor.

— estas hermosa –le dijo el mientras le colocaba una mano detrás de la espalda– hice una reservación en el restaurante que te gusta.

— oh..

Dejo que la guiara fuera de la habitación, se sentía nerviosa ante su presencia.

Charlaron sobre como les fue durante esos cinco años, cosas banales e impersonales, ninguno de los dos toco el tema del divorcio o de la proposición.

Al llegar al restaurante, el dueño, Anatole Anteikos, la saludo efusivamente de igual manera ella le regresó el saludo.

Pidieron la recomendación del chef, y mientras Anatoles se desplazaba de varias anécdotas de el y Leandros.

Se río como nunca y por primera ves Leandros parecía estar tan comunicativo y juguetón en público, hablaba con Anatoles con confianza y reía, algo en su corazón de ella se derritió pero se abstuvo de indagar en su interior.

La cena llego y Anatoles se despidió de ellos con un chiste, se río mirando a Leandros.

— así que eras un niño rebelde —jugo con su copa mientras reía— nunca te tome por un niño travieso.

— ay cosas que nadie sabe de mi, Anatoles era una mala influencia para mi —Leandros le dedicó una sonrisa hermosa— robábamos cocos al pescador, mi padre le pagaba por los daños hechos por nosotros dos.

— eras un niño tan travieso —le dijo, tomo un sorbo de su copa– mis padres no me permitían jugar con nadie.

— ¿porqué?

Una Segunda Oportunidad (Sin Editar)Where stories live. Discover now