Prólogo:

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-¿A que no te atreves a entrar?- se burlaba Lara con su habitual tono desafiante.

Le eche una mirada al bosque y enseguida trague saliva. Contemple el paisaje con atención. Un conjunto largo e infinito de árboles frondosos entremezclados con los destellos de una llovizna suave que acababa de empezar, bañada de luz nocturna.

-Sabes que no tiene sentido jugar a verdad o reto si siempre vas a decir que no a tus retos- me advirtió Teo.

-Es que...- juguete con mis dedos mientras me ruborizaba- no quiero hacerlo.

-¡Gallina, gallina, gallina!- comenzó a canturrear Lara a grito pelado. Puse los ojos en blanco, era tan infantil.

Mis amigos me miraron fijamente.

Al ver que no decía nada Lara paro de cantar entrecerrando los ojos.

-Vas a tener que hacerlo tarde o temprano. Las reglas son las reglas- Nota mental: nunca confiar en tus mejores amigos.

Me mordí el labio inferior desesperadamente. Proteste mientras sacudía la cabeza.

-Recuérdenme nunca volver a jugar a esto -gruñí- voy a matarlos a los dos- técnicamente Lara me había retado, pero Teo había sugerido el reto, así que ambos eran culpables.- ¡Terminemos con esto!- dije animadamente con el puño hacia arriba en el momento en que se proyecto la luz de un rayo seguida por el estruendo de un trueno; la tormenta había comenzado.

Camine hacia adelante escuchando los vitorees de Teo y Lara.

Justo antes de adentrarme al bosque, me arrepentí de no haber salido corriendo.

Mi nombre resonaba contra el sonido de los truenos.

"¡Maya, Maya, Maya!" gritaban los perores amigos del mundo.

Entonces entre. Me encorve, intimidada por la inmensidad de los árboles y la oscuridad de la noche. Había crecido escuchando las leyendas sobre ese lugar. El bosque no tenía nombre, a nadie parecía importarle ese detalle. Puede que eso empeorara todo. El hecho de no saber cómo llamarlo me demostraba todo lo que desconocía sobre él. El era enorme y yo tan pequeña, era antiguismo y yo a penas estaba en la corta edad de catorce años.

-¡¿Ya puedo volver?!- formule la pregunta intentando sonar indiferente, pero el miedo era evidente en mi voz.

-¡Te dije más de cinco minutos!- contesto Teo.

Resople respirando el aire gélido. Seguí hacía delante. Corrí, empapándome de pies a cabeza. Intentando que mi pelo: oscuro, rizado, y en ese momento mojado; no me obstaculizara demasiado la vista. La sangre bombeaba en mis oídos y sentía una presión fuerte en la parte baja de mi estomago. Estaba lo suficientemente lejos para que no me oyeran. Iba a parar de correr y dar la vuelta...y entonces tropecé con un charco de agua.

Diablos, odio la lluvia.

Luego de unos segundos intente levantarme pero sentí mucho dolor. Me había doblado el tobillo. Estaba realmente asustada.

Sola, en un noche tormentosa, en el lugar más tenebroso del mundo, congelándome en la intemperie, y con un dolor creciente en el tobillo. Así que hice lo único que podía hacer...llore. Me convencí de que vendrían los monstruos a devorarme y jamás volvería a casa. Sollozaba descontroladamente. Lloraba tanto que el agua de lluvia se me metía a la garganta y tenía que toser para escupirla. A esa altura mi ropa estaba transparente por lo empapada que estaba.

De repente el crujido de las ramas al ser apartadas por brazos me detuvo. ¿Sería que habían venido por mí?

Tenía la visión borrosa por culpa de las lágrimas y la lluvia, pero vi su silueta. La silueta de un animal que yo no conocía. En ese momento desee gritar, pero algo me lo impidió. Ya no tenía voz y mis parpados comenzaban a caer. Pero era consciente de que se acercaba. Mi corazón latía a toda velocidad.

Cerré los ojos con fuerza esperando el momento en que me hiriera. Pero en cambio escuche una voz. Era grave, suave, y humana. Estaba llena de vida a pesar de ser tan solo un susurro:

-Maya...- unos dedos humanos palparon mi mejilla.

En ese momento, me sentí segura.

Su piel. Era tan cálida. Su voz. Era tan intensa. A pesar de no poder verlo, lo sentía. Desprendía una energía extraordinaria.

Y por alguna razón, más allá de mi comprensión; esos segundos lo fueron todo.

Percibí manos en mis hombros, me sacudían.

-¿Maya?- abrí los ojos. Esperándolo.

Mi visón se adapto de a poco.

Eran unos muy preocupados Lara y Teo.

-¿Estás bien?- pregunto Teo en un murmullo.

Gemí, demasiado aturdida para responder. Lara se acerco y toco mi pierna. Grite. Estaba sangrando. Me removí mordiendo con fuerza el labio inferior para reprimir el dolor.

-Creo que te quebraste- tartamudeo Lara. Hice uso de toda mi fuerza para hablar.

-¿Dónde está? ¿Cómo llegue aquí?- el tobillo me dolía tremendamente.

-¿Dónde está quien? Te desmayaste poco después de entrar al bosque y yo te cargue hasta aquí.- Dijo Teo confundido.

-No.- Me toque la cabeza.- Yo estaba muy adentro del bosque, igual que el- Lara y Teo intercambiaron una mirada llena de terror.

-No. Estabas cerca de aquí. Y no sabemos de quien hablas- ahora yo tenía miedo.

-Pero...pero, alguien estaba conmigo- las palabras apenas salían de mi boca. Lara fue la única en responder:

-Te golpeaste la cabeza muy fuerte. Sera mejor que llame a emergencias.- No. Yo estaba segura de que él era real. Y muy pronto volvería a verlo.

Holaa! Espero que te haya gustado. Tenia ganas de hacer una nueva historia y la verdad es que me divierto mucho escribiéndola; así que si quieres que la siga no dudes en decírmelo en los comentarios. No te olvides de votar!

Nos vemos...

Bye <3

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