Capítulo II: ¿Pero qué cojones ha pasado aquí?

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     Cuatro coches de la Policía de Hatfield avanzaban a gran velocidad dirección la Mansión Croft, seguido de dos ambulancias, y un gran furgón en el cual se podía divisar la palabra "Forense". Dentro de uno de estos coches, se podía distinguir a cuatro hombres: sentados delante, iba el Agente Gumshoe conduciendo, y en el asiento del copiloto iba el Detective Inspector Dunham hablando con los otros dos agentes que iban detrás. Les hacía saber lo que quería que hicieran nada más llegar a la zona.

Mientras tanto, en el coche inmediatamente detrás, se podía distinguir una acalorada conversación acerca de quién iba a hacer qué cosa. El Agente Hagelslak comentaba:

-¡No, no y no! ¡Tú no te puedes encargar de las entrevistas,  Peterson! El que se ocupa de decidir qué hacer es el Jefe, y ese es el Inspector Dunham. Así que deja de echarte florecitas y cállate.

Se hacían audibles en el coche gritos de "¡Ooooooooh!" y "¡Toma ya!" por parte de los otros dos agentes. Con todo esto encima, el Agente Peterson cerró la boca y no dijo absolutamente nada hasta llegar al lugar de destino.

     Las sirenas iban siendo cada vez más audible en la Mansión Croft, y una vez aparcado en el lugar destinado a los coches, los motores de los vehículos dejaron de rugir. De repente, se abrió la puerta de acceso al interior de la mansión. Comenzó a salir una gran muchedumbre: periodistas, cámaras, famosos, empleados... Gente de todo tipo y de todas las clases sociales se había congregado en esta fiesta social. Entonces, los agentes salieron de los coches, y el detective Dunham alzó la voz en medio de todo el gentío, provocando un silencio nunca antes visto en la noche, diciendo lo siguiente:

-¡Señores, tenemos trabajo! Necesito que los agentes Hagelslak y Peterson comiencen a acordonar la escena del crimen. El resto ya sabe lo que tiene que hacer.

     Los agentes se empezaron a dispersar alrededor de la mansión: unos sacaban fotos, otros entraron dentro, y el resto intentaba organizar el gentío. El Detective Inspector comenzó a caminar  entre el pasillo que la masa de gente abrió, pero notó algo que le sujetaba del brazo. Se giró para ver qué le retenía, y sus cejas se alzaron. Tenía delante a una mujer muy bella, con unos ojos marrones, pelo color azabache. Era de piel blanca, alta y vestía un traje negro ajustado, que hacía juego con una rosa roja que llevaba en el pecho, a la izquierda.

-Buenas noches, caballero. ¿Es usted el jefe? -Preguntó la mujer- Yo soy la anfitriona de la fiesta, Lara Croft.

-Podría decirse que sí. Encantado -le tendió la mano- soy el Detective Inspector Richard Dunham. Me han informado de que se ha encontrado un cadáver.

-Sí, he sido yo la que ha dado el aviso a Emergencias.

-De acuerdo. Luego hablamos, señorita, tengo que echar un vistazo a la escena del crimen. Si necesito algo, no dude que se lo haré saber. -Acto seguido, el Detective soltó la mano (la cual no había dejado de apretar tras saludar a la bella dama) y continuó andando hacia el interior del gran hogar de piedra y madera.

(Vaya mujer tan guapa...) -pensó el detective- (Una persona así, con una casa así tiene que tener mucho dinero. No hay nada más que observar las alfombras que hay en la entrada, o en el salón... Las maderas del techo y de las escaleras... Desde luego, se nota que aquí han pasado ya diferentes generaciones)

      Acto seguido, tras pasar por delante de dos agentes situados en el centro del "patio" (también podría llamarse salón, porque tiene unos cuantos sofás, butacas, una chimenea... Pero está cubierto, así que tampoco es un patio), giró a su izquierda, subió las escaleras y se dirigió a la biblioteca de la casa. En el pasillo se encontró con el agente Peterson y con Hagelslak, el cual le dijo:

-¡Jefe! Ya hemos acordonado la zona, y no ha entrado todavía nadie, no lo hemos permitido.

-Es cierto, ni siquiera nosotros. Los forenses están esperando sus órdenes para examinar el cadáver y fotografiar la escena. -Añadió Peterson.

-Muy bien, así me gusta. -Entonces, el Inspector Dunham abrió la puerta que conducía a la estancia donde reposan los libros-

     La habitación estaba dividida en dos plantas, y tenía forma rectangular, menos en la pared posterior a la entrada, la cual tenía un semioctógono con cristaleras. En el centro de este, nos encontramos con un gran escritorio -también de madera- y una silla bastante antigua.

A la derecha de la entrada, había unas escaleras que conducían al segundo piso de la biblioteca, las cuales, como el resto de la estructura de soporte del segundo piso, era de madera. Si subimos, se puede apreciar que arriba, al igual que abajo, las estanterías estaban abarrotadas, llegando incluso a haber pilas de libros en el suelo. Si continuamos por el pequeño pasillo del segundo piso, nos conduce hasta la abertura entre dos estanterías, que comunica con otra pequeña habitación. En esta nos encontrábamos más estanterías, una mesa con un ordenador a la izquierda de la entrada, y a la derecha, unos libros en diferentes atrios

El detective abrió la puerta y entró seguido de los dos agentes. Al estar todos dentro, dirigieron sus miradas al cadáver y sus expresiones faciales eran de sorpresa y extrañeza a la vez. El agente  Hagelslak dijo, con su particular acento del interior:

-¿Pero qué cojones ha pasado aquí?

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⏰ Última actualización: Aug 04, 2016 ⏰

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