Iric

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La luz volvió por la mañana. No notamos nada diferente. Varios de los sobrevivientes, nos dividimos para ver si hallábamos, hoy, la manera de salir. Algunos intentaron conducir nuevamente hacia la entrada del túnel. Los demás fuimos al túnel izquierdo, el que decía "Right".

Decidimos no ir en auto, por temor a que el túnel, tuviera algún control sobre estos. John, el bombero, iba delante de nosotros. Treinta y dos personas íbamos en la expedición que probablemente nos sacaría del túnel de una vez por todas.

Le entregué a John las mantas que encontré en mi auto. Quizá si las amarrábamos podríamos hacer una cuerda lo suficientemente fuerte, que nos llevara a la malla de metal que cubría la salida del túnel; quizá lograr romperla y salir.

Llevábamos caminando casi veinte minutos, cuando llegamos a la mitad del túnel izquierdo. Había algo diferente en este. Había una especie de gran salón rectangular, de unos cuarenta metros de largo. La autopista atravesaba este. Sobre el techo del gran salón, Había cinco franjas, tres negras, y dos blancas, que con las luces del túnel, lucían ámbar. Debajo de las tres franjas; la pista, de pared a pared, estaba pintada completamente de negro.

Me causó curiosidad ese lugar. Este túnel, aún seguía sorprendiéndome. Me quedé examinando las paredes, junto con otras personas que se impresionaron también con las tres franjas negras, y el grupo nos dejó atrás.

El túnel estaba construido para conducir bien el sonido, porque podía escuchar tan claramente como el pesimista se quejaba de lo largo del camino, o las veces que John hablaba y guiaba al grupo.

Aún los podía ver, a unos setenta metros. Examiné una vez más las paredes. Parecían como raspadas. El material parecía plástico duro, pero estaba raspado y medio desgastado.

Un joven de dieciséis años, se acercó a mi. Me miró y luego tocó la pared.

Es extraño, parece como si algo o alguien hubiera raspado esta zona – le dije. Él tocó la pared y también sitió el desgaste. Pero el espesor de la pared esta más grueso de lo que aparentaba.

"¡Ya llegamos al borde!" gritó John; las siete personas que nos quedamos curioseando, giramos a ver a los demás, que se encontraban como a 80 metros de nosotros.

"¿Crees que haya forma de hacer lo de la cuerda?" pregunté, dejando la pared y avanzando. Sabía que podían escucharme tan claro como yo a ellos. Quizá y hasta los que se quedaron en la intersección, también nos escuchaban.

"No lo creo. No hay ningún lugar en donde podamos amarrar esto. Ni en el techo, ni en las paredes" dijo John.

Me acerqué más. Había avanzado unos siete metros, pero podía escucharlos muy claramente.

"¿Cuanto crees que mida desde aquí hasta el fondo?" preguntó una mujer al pesimista.

"Si lanzamos una roca y contamos los segundo que demora en caer hasta el fondo, podríamos saber cuanto mide" respondió el pesimista. Recogió una que encontró cerca al borde y la soltó. Mientras veían su reloj.

Los segundos siguientes, pasaron tan lentos para mí. mi respiración aumentó y sólo atiné a gritar un "¡Noooooo!", mientras corría hacia ellos.

Entonces, todos los que se encontraban en el borde, me miraron y luego al pesimista, que se encontraba tan sorprendido como todos. John gritó "¡Corran! ¡Corran!" con todas sus fuerzas.

Las veinticinco personas que se encontraban cerca del borde, empezaron a correr hacia mí, con toda la velocidad que sus piernas les permitían.

Cuando la roca, tocó fondo, una onda dorada salió del abismo, recubrió las paredes del túnel y fue avanzando. Logró tocar a tres personas, antes de desaparecer. El pesimista, un hombre y una mujer de adulta, fueron los afectados.

Dejaron de correr, cuando la onda los tocó. Yo podía ver a lo lejos el terror en sus ojos. Sus cuerpos estuvieron inmóviles por un segundo. Luego giraron en dirección hacia el abismo y corrieron hacia él, mientras aumentaban su velocidad. Los demás huían del lugar, como podían.

Una madre corría con su hijo de doce años. Yo no podía hacer nada más que mirar sus rostros de desesperación, mientras corrían hacia mí. Quería ayudarlos, pero al saltar el primero de los hipnotizados, otra onda salió y atrapó a más y más personas. Cada vez se hacía más fuerte y avanzaba más. Todos al igual que los primeros, se quedaban quietos y corrían con todas sus fuerzas hacia el abismo.

El niño fue alcanzado por un onda. Su madre intentó jalarlo. Pero ella no pudo hacer nada más que llorar mientras su hijo corría hacia el abismo.

Se quedó sentada en el piso, llorando, mientras veía que su hijo saltaba al abismo. Una onda salió. Una nota musical de una canción conocida.

Los sobrevivientes, se encontraban ya muy cerca de donde yo estaba. Ella giró su rostro hacia nosotros, su rostro estaba bañado en sudor y lágrimas. Se levantó. Una mirada de desconsuelo bastó para comunicarme que la vida no tenía sentido sin su hijo. Entonces por su propia voluntad avanzó hacia el abismo y dejó que una de las ondas la tocara.

John me hizo salir del shock. "¡Vamos hijo! ¡Tenemos que salir de aquí!" Lo miré y empecé a correr detrás de él.

De pronto. Un muro negro apareció frente a mí. Bajó desde el techo, justo de una de las franjas negras que iban de pared a pared. Choqué contra ese muro sólido.

Caí, mientras el muro se alzaba de nuevo hacia el techo. Vi a John en el piso. Media parte de su cuerpo había sido aplastada. Sus piernas. Una gran mancha de sangre se extendía por la franja negra que estaba frente a mí.

Una onda dorada de aproximaba hacia mí, era la que la madre del niño había producido. Me levanté del piso. El muro negro cayó nuevamente hacia el piso. Y volvió a alzarse rápidamente.

"Salta muchacho" gritó John, que aún seguía consiente. Lo hice. Justo antes de que la onda me alcanzara. cuando el muro cayó nuevamente. No dejó pasar la onda dorada.

Cuando me encontré del otro lado, me acerqué a John. El muro se alzó nuevamente y no había rastro de la onda. "¡Muchacho, huye, vive! ¡Sácalos a todos!" Gritó John, con su último aliento. Nuestro líder, el bombero, había muerto.

Unos metros más allá, varios sobrevivientes eran aplastados por la última franja negra. Yo y el joven de dieciséis. Estábamos allí, por cruzar la franja del centro.

Bajó, corrimos hacia ella. Se alzó y saltamos.

Nos reunimos con otras cuatro personas más, que estaban por cruzar la última franja. En el piso varios cuerpos aplastados y sangre por todos lados. Esperamos a que la última franja bajara. Pero no lo hizo. Sólo la franja del centro seguía bajando.

Todos nos miramos. Entonces alguien lanzó una chompa a la franja negra del piso. Todos creímos que el muro bajaría y la aplastaría. Pero no sucedió nada. Entonces una mujer saltó, y tampoco le sucedió nada. Todos saltamos y corrimos a la intersección.

De las treinta y dos personas que habíamos ido, sólo ocho regresamos. Todos teníamos manchas de sangre de los que habían muerto aplastados por los muros negros. Todos estaban horrorizados. El pensar. "Pude haber sido yo" vino a la mente de todos.

Yo no podía imaginar que estaba sucediendo, o por qué. Sólo recordaba la imagen del rostro de la madre del niño. Su expresión, su desaliento, su mirada de dolor. ¿Qué sentido tenía vivir? La verdad es que mientras corría, me preguntaba eso.

Quizá el universo me había puesto aquí para irme. Quizá todos moriríamos. ¿Qué sentido tenía seguir luchando? Dejé de correr poco a poco. Todos me miraron y también se detuvieron. La mujer que salvé de caer al vacío se acercó a mí, vio mis ojos. Creo que se imaginaba que pasaba por mi mente. "No podemos hacer nada más que avanzar. Debemos vivir, salir de aquí, por los que murieron allí. Debemos hallar una salida. Yo se que si hay alguien que pueda encontrarla, ese eres tú. Tú nos salvaste, tu lograste moverte cuando nadie más lo logró. No estoy segura de como lo harás, pero tú lo lograrás. Confiamos en ti".

La miré y empecé a correr nuevamente. Todos me siguieron a la intersección. Nos reunimos con las pocas personas que quedaban. Éramos casi veinte. Algunos autos se quedaron sin gasolina tratando de salir por la entrada del túnel.

Todos me miraron. Como esperando que les dijera el plan. La verdad es que no lo tenía.

Nota Musical [Libro 1 Saga Cool Kids] Where stories live. Discover now