vi. bruce banner

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Natasha y yo nos montamos nuevamente en el elevador y, luego de una indicación de Romanoff hacia JARVIS, éste comienza a ascender

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Natasha y yo nos montamos nuevamente en el elevador y, luego de una indicación de Romanoff hacia JARVIS, éste comienza a ascender.

Natasha mantiene su semblante rígido, con el mentón hacia arriba y sus manos enlazadas en la parte baja de su espalda. Mientras que yo sigo fisgoneando todo con mi mirada, mi cuerpo balanceándose de atrás hacia delante sin saber si debo decir o hacer algo para romper el hielo. Ella tiene el aspecto de una mujer respetable, si llego a decir algo y meter la pata seguramente me arrepentiré por el resto de mi vida. Pasan algunos segundos hasta que por fin me decido a hablar, cuando de pronto el elevador se detiene y las puertas se abren, haciendo que mis labios también lo hagan. Un hombre de tez morena, delgado y alto se adentra y nos dedica a ambas una sonrisa cordial.

—Buenos días —saluda muy amable, para luego volver su vista hacia el frente.

—Buen día, Sam —responde del mismo modo.

Me limito a dedicarle un asentimiento de cabeza. Llegamos al piso que nos corresponde y Romanoff me conduce a lo que reconozco como un laboratorio; algunas personas con batas blancas trabajan en sus lugares, mientras que otras caminan con prisa de un lugar a otro. Elementos y artefactos tecnológicos de diferentes tamaños predominan en el lugar, y un olor que me recuerda a hospital y medicina no tarda en adentrarse por mis fosas nasales.

—Bruce —nombra Natasha, causando que uno de los tantos hombres que se encuentra ahí voltee hacia ella.

Tengo que ahogar un chillido de emoción al ver de quién se trata. No es nada más y nada menos que el famoso científico dotado en la física nuclear y bioquímica, Bruce Banner. Yo lo conozco perfectamente ya que he leído incontables veces sobre él, como buena amante de la astrofísica y todos sus parentescos, e incluso durante mi etapa escolar hice un reporte bastante extenso sobre él.

—Aquí está, Charlotte Williams —nos presenta Natasha.

Banner se quita los lentes y se acerca hacia mi para extenderme su mano. —Un placer, me avisaron que vendrías. Bruce Banner.

—Sé quien es —sin dudarlo, acepto su mano—. Admiro mucho su trabajo, el placer es mío.

—Bueno, yo los dejaré para que hagan... lo que sea que tengan que hacer —Romanoff se mueve hacia mi—. Si necesitas algo sólo búscame, andaré dando vueltas por la torre.

Le brindo una sonrisa cargada de agradecimiento y luego sigo con la mirada a la espía mientras ella se aleja. Volteo hacia Banner y al notar sus ojos llenos de intriga sobre mi, el calor sube a mis mejillas. Creo que tendré que acostumbrarme a recibir ese tipo de miradas, al menos por un tiempo.

—Así que... ¿Charlie, verdad? —pregunta ladeando su cabeza— ¿Qué te parece si para empezar te tomo una muestra de sangre y luego te invito un café para que me platiques un poco sobre ti?

OUTSIDE THE DARK ― steve rogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora