Lengua de gato ~ [Wigetta] Minific

Monstruo ~

Bienvenidas de nuevo a este juego que a la user le gusta llamar: Comento un <3 cuando creo que willy ya valio verga ~

Fue en la vieja ciudad de Yharnam, un distrito alejado de todo, conocido por albergar un remedio médico hecho con un trasplante de sangre, una "droga" que se dice puede curar cualquier enfermedad conocida por el hombre, lo que le otorgó una gran importancia dentro del mundo volviéndola así, una de las más concurridas y habitadas por turistas y viajeros.

Durante años, muchos viajantes emigraron hacia allá buscando un remedio para sus males, un lugar tranquilo y pacifico por un tiempo.

No se sabe cómo, ni siquiera el porqué de la situación o como es que se desató entre las calles; Fue un día normal en la vida de la ciudad que esta fue invadida por una plaga, una peste que convirtió a la mayor parte de su población en bestias terroríficas y mutantes que desataron su ira sobre la vida de la gente.

Algo que logró ser controlado, por lo menos durante los días... siendo aislados y puestos bajo protección, los civiles de la ciudad viven el día a día con normalidad yendo de aquí para allá hasta que cae el anochecer, ese es el momento en que deben temer.

Porque los monstruos van a buscar algo más que comida, ellos no son personas, por lo menos sus pensamientos no lo son... y si aprecias tu vida evitarás salir cuando las estrellas aparezcan.

Aquella noche, era una de esas en las que la gente no debía salir a las calles; independientemente de la zona y la hora. La luna apenas podía iluminar sobre los hombros del chiquillo que atravesaba las calles frías del centro de la ciudad.

Húmeda y solitaria... la helada brisa golpeaba contra su rostro con cada paso por el viejo y mojado asfalto; Nubes oscuras irrumpían en contraste con la luz blanca de las estrellas, las farolas tenues apenas y podían servirle de algo con aquellos focos que amenazaban con extinguirse en cualquier momento.

Llevaba consigo solo una pequeña bolsa de medicinas, la fiebre de su madre le habría obligado a salir en busca de una de las farmacias cercanas al distrito seguro; Fue fácil hacerse de ellas y llegar, sin embargo, el camino de regreso fue el verdadero problema.

Su nombre era Guillermo, un chico amigable en general, de ojos y cabello oscuro mismos que eran cubiertos por la capucha de su sudadera, no tenía más de dieciocho años y se encontraba corriendo por su vida en medio de las calles vacías, esperando que sus suplicas fueran escuchadas y pudiera llegar a su hogar con tranquilidad; algo que no sucedió...

Fueron exactamente siete calles las que atravesó con seguridad, sin problemas, se encontraba a mitad de su camino y sobre el reloj de la catedral central podían verse marcadas las cuatro de la mañana.

Edificios de metal lo rodeaban, puertas de hierro y ventanas reforzadas con algo más que barricadas, fueron bendecidas por los curas de la catedral. Según sus propias palabras, aquellas criaturas no se veían tan atraídas por los terrenos sagrados, un problema siendo que vivían dentro del mismísimo infierno, o por lo menos la ciudad podría ser comparada con ello.

Su voz jadeó conforme aquellos pasos iban disminuyendo y sus piernas se quedaban sin energía, sus pies estaban cubiertos en lodo junto con aquellos viejos tenis y la parte baja de sus jeans. Una simple sudadera en tonos verde oscuro se encargaba de proteger su cabeza de las pequeñas gotas de brisa que caían sobre él.

Los truenos hicieron eco por el vacío de la ciudad, y por un minuto el cielo se iluminó en su totalidad con la presencia de los rayos anunciando la tormenta en camino; Guillermo decidió tomar algo de aire, su velocidad disminuyo y sus pensamientos se centraron en el camino frente a él.