Capitulo 3

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-Viejitos-

-No vuelvo a ir a las compras sin ti. –aseguró Sasuke mientras entraba a su cocina con una bolsa retacada de víveres en cada mano.

-¿Por qué, señor Sasuke, si... yo no hice nada que...? –estaba tan nerviosa a pobre Hinata mientras subía sus bolsas a la mesa del comedor.

-Los dejas más babosos que a un caracol, de algo te sirve ese busto. Hasta me ha bajado el precio de la carne y nos regaló estos lindos tomates.

-¿Cuándo pasó eso?

-Cuando te agachaste para acomodar las bolsas, se le salían los ojos de sus orbitas al pobre idiota ese. Le dije que era tu padre y ya tengo favores asegurados. –la edad no era en vano, se sentó disimulando el dolor en su espalda baja.

-Los chicos de aquí son muy... pervertidos... -comentó asustada mientras acomodaba cada cosa en su lugar.

-Solo jugando, si le das una respuesta quedan todos embobados y miedosos. –le restó importancia.

-¿Les dan miedos las chicas?

-Les dan miedo no aguantar. –le corrigió. –Cuando tengas un novio, lo traes para darle el visto bueno.

-De momento... solo quiero trabajar, señor Sasuke.

-Pues con que dejes de ver a mi marido, yo me doy por pagado.

-Yo... yo no lo veo...

-Ya te advertí. –le interrumpió mientras acomodaba el mantel para que quedara completamente liso. –Si no me fueras asi de útil, habría que buscarte un trabajo más... rentable.

-¿Cómo... que? –estaba dudosa de donde iba cada frasco. Sasuke era muy especial a la hora de acomodar sus alimentos.

-Pues... como dama de compañía, modelo o mesera de un bar.

-Pero... a mi no me gusta... estar en esos lugares. –los últimos frascos le llamaron la atención. -¿Señor Sasuke? Estos son... dice que son hormigas. Alimento para iguanas. ¿Por qué... compró esto?

-Porque son baratísimos, además tienen un alto contenido de proteínas. –le aseguró inclinándose un poco para asegurarse que la chica estuviera dejando las bolsas de plástico en su lugar. –MI marido –recalcó. –se las come en el omelette como si fuera cebolla frita... ¡hasta se chupa los dedos!

-¿Y... no sabe lo que come? –preguntó asombrada mientras leía las letras pequeñas de los frascos.

-Bueno... en los restaurantes chinos no se sabe qué es lo que comen pero igual llenan todos los días.

-Se... señor Sasuke. –era impresionante tanta maldad.

-¡Ya estoy en casa, ttebayo! –se escuchó a lo lejos.

-Guarda esos bichos muertos. –le ordenó en voz baja a la chica que no tardó en obedecer. -¡Estamos aquí, en la cocina!

El de ojos azules llegó con su característica sonrisa y lo primero que notó fueron las piernas largas y torneadas de Hinata para luego pasar a buscar a su esposo.

-¿Cómo están los dos? -preguntó mientras le daba un beso en la mejilla a Sasuke.

-Yo sigo bien... -audaz, se levantó y abrazó a su esposo por el cuello cuando vio que Hinata se acercaba a saludarle con demasiada efusividad para su gusto. –Pero Hinata tiene tos y no quiero que te contagie.

-Bien. –no le importó. –Traigo un hambre de tigre, ttebayo. ¿Qué hay de comer?

-Ahm... omelette.... –le dijo Sasuke sentándose de nuevo.

Escenas De MatrimonioWhere stories live. Discover now