CAPÍTULO 10

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El agua tibia me resbala por el pelo y, a continuación, por todo lo largo de la espalda hasta que, finalmente, aterriza en el suelo del plato de ducha. Tengo los músculos agarrotados. Después de quince minutos duchándome, cojo mi toalla y me envuelvo en ella. Mi madre la puso cerca de la chimenea encendida mientras me lavaba y ahora está calentita. Termino de secarme y empiezo a aplicarme en la piel crema hidratante. Abandono el cuarto de baño lleno de vaho y voy a mi habitación. Revuelvo en el armario en busca de un pijama.

Mi hermano, de repente, irrumpe en mi cuarto. Suelto un grito y tengo el tiempo suficiente para alcanzar un cojín lo bastante grande como para tapar mis partes íntimas, ya que estaba completamente desnuda.

- ¡¿Qué te pasa?! ¿No sabes que hay que llamar antes de entrar porque cabe la posibilidad de encontrar a tu hermana en pelotas? - le espeto.

- Perdón, yo solo quería preguntarte que v...

- Pues te esperas. Ahora, lárgate.

John sale de la habitación intentando reprimir la risa. Será maleducado. Vuelvo a meter la cabeza en el armario y por fin encuentro un maldito pijama. Salgo al pasillo ya vestida con él y voy en busca de John. Está sentado en el suelo al lado de mi puerta mirando algo en el móvil. Nota mi presencia y levanta la vista hacia mí.

- Es una pena, me gustaban más las vistas de antes - dice decepcionado.

- Por Dios John, que eres mi hermano - respondo horrorizada ante su comentario a la vez que le doy una colleja.

- Ya lo sé, boba, estaba bromeando - se lleva la mano detrás de la cabeza y se masajea la zona donde le pegué. Pongo los ojos en blanco.

- A ver, ¿qué me querías decir? - pregunto.

- Qué querías para cenar.

- ¿Y para eso me molestas, pudiendo esperar a que tuviera puesto algo? No sabía que te corriera tanta prisa - a veces es como un niño pequeño.

- Sí, venga contesta de una vez - se impacienta.

- Pues... una tortilla francesa, y me la vas a preparar tú.

- Si no hay más remedio...

Dicho esto, bajamos a la cocina. John coge lo necesario para cocinar y yo, mientras, pongo la mesa. Termino y voy al salón a esperar que la comida esté lista. Entro y me encuentro a mis padres besándose y haciéndose muestras de cariño.

- Ejem - interrumpo, y me miran - ¿Podéis ir a hacer vuestras cosas a la habitación, por favor? Esto es una zona pública y a saber lo que me habría encontrado si hubiera tardado un poco más.

- ¡Melissa! - dice mi madre pasmada por lo que acabo de soltar.

- Tiene razón - interviene mi padre. La mira con ojos de complicidad, la coge de la mano y tira de ella para llevársela a la habitación. Parecen dos adolescentes que vayan a tener sexo por primera vez. Estaba a punto de acomodarme en el sofá cuando mi hermano me llama para cenar. Gruño y voy hacia el comedor.

Cuando acabo de comer, subo a mi cuarto a acostarme. Paso por delante de la habitación de mis padres. No se oye nada. Lo agradezco, no me gustaría escucharles hacerlo mientras intento dormir. Entro en el mío y me acurruco bajo las sábanas de mi cama. Antes de darme cuenta, ya estaba dormida.

·····················

Me despierto a la mañana siguiente con el dulce cántico de los pájaros. El día se presenta soleado. Es sábado, así que hoy no hay clase. Bajo a desayunar. La casa está en silencio, por lo que deduzco que soy la primera en levantarme. Abro la nevera y me preparo una macedonia con manzana, plátano, piña y fresas. Las corto en taquitos y las meto en un bol. Empiezo a degustarlas mientra miro el móvil. Tengo un mensaje de un número desconocido. Lo abro por curiosidad.

Zona de guerra (Nick Robinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora