8: Capítulo 7

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Capítulo 7

Tibor Benedek, el Ministro de Medio Ambiente, esperaba a su hija en el pequeño sofá de dos plazas del vestíbulo. Al verla llegar, se levantó y sonrió ampliamente, aunque su sonrisa comenzó a desvanecerse al notar la expresión en el rostro de la chica.

—¿Qué ocurre? —Inquirió con tono grave.

Se dio cuenta, por primera vez en su vida, de que los ojos de su padre se curvaban hacia abajo y sus cejas los oscurecían. Por alguna razón, en ese momento le parecieron los ojos de un mentiroso.

A pesar de ello, forzó una sonrisa y lo abrazó.

—Has venido tan rápido —apreció.

—Claro, parecías preocupada antes —dijo él, refiriéndose a cuando lo había llamado desde el centro comercial de Noé—. ¿De qué necesitas hablar conmigo?

Sooz no quiso sentarse en el mismo sofá que había ocupado su padre. Quería tenerlo de frente y no perderse detalle de la expresión de su rostro cuando le preguntara por Friarton. Por esa razón se sentó en el sofá de enfrente. Una planta con rosas amarillas descansaba sobre la mesita que se interponía entre ellos. Le encantaban las rosas, pero en aquel momento le pareció que quitaban la seriedad que el asunto requería.

Benedek se sacudió el traje antes de volver a sentarse. Era un gesto habitual en él. Siempre llevaba trajes caros y no era algo en lo que Sooz se hubiera fijado antes; pero en ese momento se preguntó si ese traje no había sido pagado con el salario que nunca habían recibido los cadetes de Friarton.

—Me he enterado de algo —musitó—. Algo perturbador que no puedo entender... no entiendo cómo ha podido mantenerse en secreto.

Su padre alargó la mano por encima de las rosas y se mesó los cabellos con tranquilidad.

—¿Qué ocurre? —repitió con cierta diversión. Al parecer no esperaba de ella ningún problema real.

¿Tan superficial había sido hasta el momento? ¿Tan inocente era su mundo como para que su padre no la tomara en serio?         Una parte del techo de la recepción estaba acristalado, permitiendo la visión del cielo y la entrada de la luz del sol. Miró a su alrededor, el blanco inmaculado de las paredes, el bonito sofá marrón, y aquellas malditas flores. ¿Acaso su mundo no era perfecto? ¿Y su ignorancia gigantesca?

—Existe una plataforma espacial que no está en los mapas —soltó, alegrándose por la turbación que mostró su rostro—. Friarton.

Tibor se echó sobre el respaldo del sofá y apoyó un tobillo sobre la otra rodilla.

A Sooz le pareció una manera forzada de mostrarse sereno cuando no lo estaba. Una artimaña común entre los políticos, que intentaban utilizar el lenguaje corporal para engañar a la audiencia.

—Continúa —dijo al fin. Parecía no querer hacer ningún comentario antes de tener constancia de cuánto sabía ella.

—Lo sé todo —exclamó, elevando el tono—. Sobre la segunda evacuación de la Tierra.

Su padre miró a su alrededor, incómodo.

—Baja la voz, ¿quieres? —Le exigió—. ¿Se puede saber quién te ha dado esa información?

Su tono ya no era apacible, y no parecía divertido en absoluto.

—Papá, ¿cómo ha podido pasar algo así? —Protestó sin molestarse en contestar a su pregunta.

Su padre suspiró.

—Escucha, Sooz, las cosas no son blancas o negras, ¿vale? La persona que te ha contado eso lo ha hecho parecer un crimen, pero en realidad fue una obra de caridad.

SECBRA©: Libro 1 de la trilogía "DESTERRADOS" (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora