4| Caos I

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4| CAOS I

Aubrey Henderson

Hay mucha gente aquí. 

Varios chicos saltan sin camisa a la piscina para encontrarse con sus parejas. Muchos de ellos alzan sus vasos rojos y los beben. Se divierten empujando al agua a los que están secos. 

Un grupo de chicos observan con detenimiento a las universitarias que muestran sus bikinis y sus cuerpos bien cuidados, ellas sonríen y les coquetean. 

Drake está en el centro del grupo, mira hacia a un lado en busca de otro vaso rojo y me ve. 

Alza la ceja, se sorprende. Quizás piensa, «¿no deberías estar encerrada?». Sonríe y se lleva el vaso a los labios. 

Aprieto mis uñas a mis palmas para no gritarle desde la distancia. Aquí la música suena más alto. 

—Hola Henderson, ¿disfrutando la fiesta? —chasquea la lengua con diversión. 

—Necesito hablar contigo —contengo mi irritación. Se queda en silencio repasando mi figura, mordiéndose el dedo y dibuja una sonrisa.

—No quiero. —Se alza de hombros. No puedo creer que se comporte de esta manera tan infantil cuando él mismo sabe que ha hecho algo malo.

—¿Otra que has roto el corazón? —Le pregunta sin disimulo un rubio de ojos verdes, burlándose de mí como si fuera una de sus conquistas. Por lo visto, Drake tiene una larga lista de mujeres... ignoro mis pensamientos y respiro más lento para relajarme. Mi nivel de paciencia es demasiado limitado. 

—Más o menos —contesta sin quitar sus ojos de los míos. 

Su nivel de egocentrismo saca lo peor de mí.

Presiono mis dedos en su brazo y lo arrastro a una esquina más alejada. No está bien que discutamos en medio de un montón de desconocidos. Me deja que lo lleve conmigo, no pone resistencia. 

—Haz cruzado la línea —le suelto como si su cuerpo me quemara. 

Su rostro está en armonía, mira con tranquilidad como unos chicos se agarran a golpes, hace señas a uno de sus amigos y este detiene la pequeña riña. 

—Tranquilízate, ten —Sujeta mi mano y me planta su vaso con alcohol.

¡¿Cómo puede ser así?!  Se está comportando como una persona que deja de lados las emociones incluidas las responsabilidades, no le importa nada más que ser un marginado de la vida, contempla las situaciones y no se entromete por más que estás sean de suma importancia. Todo lo que pasa le tiene sin cuidado. 

Tiro el vaso que me ha entregado.

—Quiero que saques a toda esta gente de aquí —le ordeno. 

Se cruza de brazos analizándome y se inclina para que nuestras miradas se delineen.  

—No —dice con seguridad. 

¿Es que no entiende la gravedad del asunto?

La mansión está abarrotada de chicas y chicos universitarios que no cuidan de sus alrededores, pisan el jardín, vomitan en los pasillos y tiran la basura a sus pies. 

—¿Por qué te empeñas tanto en romper las reglas?

—Y tú, ¿por qué te empeñas tanto en respetarlas? ¿Qué más da? Son solo palabras... —Me toma del hombro y se acerca para susurrarme—. ¿Por qué no vas a la cocina, bebes un poco y te diviertes? ¡Deja de molestarme!

Azul DestructivoWhere stories live. Discover now