Capitulo 8: Intento de homicidio

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—¿Qué? —pregunté. Me incorporé rápidamente al escuchar sus extrañas palabras

—Lo juro —dijo—. Te diría que vengas a verlo tu misma, pero mis padres ya están durmiendo, quizá mañana puedas...

—Alex, ¿Quién puso esas fotografías ahí? —pregunté absurdamente, él no tendría idea.

—No lo sé, ¿No sabes quien vivía allí antes? —preguntó

—No, bueno... Esa casa estuvo abandonada mucho tiempo...

—Que extraño —afirmó—. Bueno, guardaré estas imágenes para luego mostrártelas, falta poco para las diez, así que iré a lo que me pediste

Corté la llamada sin despedirme al notar que había olvidado por completo chequear la hora. Subí por las escaleras, llegué a mi habitación y me acerqué a la ventana para observar que Alex estuviese allí como lo pactamos. Efectivamente, el ya había llegado ahí

Observé mi reloj, faltaban cinco minutos para las diez.

Estaba nerviosa, por fin se descubriría la verdad. Aunque por otra parte me preguntaba, ¿por qué me preocupaba tanto por esto? ¿Por qué no lo denunciaba a la policía de una vez y acababa con el misterio? Me llamé cobarde por no hacerlo, su manipulación funcionaba a la perfección.

Mi celular sonó haciéndome sobresaltar del susto, esquivándome de mis pensamientos, lo quité de mi bolsillo y procedí a leerlo

"¿Me puedes perdonar por favor? Lo siento, lo siento mucho, puedo explicarlo, no es lo que parece. Joe"

Apagué mi móvil ignorando el mensaje, aunque no tenía todo completamente claro, sabía con quien no debía encontrarme nunca más.

Abrí la ventana, una fuerte briza erizó mi piel, hacia demasiado frio. Di unos pasos hacía mi cama, donde me senté a esperar que ocurriera lo esperado, como si fuera algo natural, común de todos los días. Estaba empezando a normalizar este acoso y no era nada bueno. Todo se termina hoy, me repetí para calmar mis nervios. No dejaba de comer mis uñas y mover mis piernas.

Miré mi reloj una vez más, diez segundos faltaban.

Cerré mis ojos y dejé que todo sucediera, aunque era lo que estábamos esperando, deseaba que ninguna carta llegara y todo fuese un sueño.

Abrí mis ojos y ahí estaba mi maldita pesadilla. Un avión de papel sobre mi alfombra. Me arrodillé en el suelo y comencé a leer lo que contenía dentro.

"Ashley ¿Cómo has estado? Por lo que veo no muy bien, siento que tu madre deba irse linda. Oh, por cierto, tu amigo Alex necesita tu ayuda, ve rápido. te quiero.
Atte. Anónimo"

Quedé perpleja con la carta sobre mis manos, sin poder reaccionar, deseando que no hubiese sucedido nada malo, estaba inmóvil, debía actuar rápido y no podía. Tomé fuerzas y me puse de pie, corrí hacía la ventana para poder tranquilizarme al saber que Alex estaría aun mirándome. Pero no lo estaba. Bajé las escaleras con rapidez, aunque mis piernas no dejaban de temblar, parecía que me desvanecería en cualquier momento. Luego corrí hacía la puerta de salida, pero algo me detuvo, me aparté y pude ver a Jorge parado como una estatua frente a mí, de brazos cruzados, con el ceño fruncido.

—¿Adónde crees que vas? Ve la hora que es, ahora que tu madre no está, las reglas las pongo yo —dijo enfadado—. Ve a dormir —Ordenó apoyando su fuerte mano contra la puerta

—¡Algo le sucedió a Alex! —grité intentando esquivarlo

—Hablándome así no iras a ningún lugar —gritó también.

Me quejé de su actitud y comencé a subir por las escaleras con la cabeza gacha, sin saber qué hacer, estaba desesperada y no tenía opciones, no podía escapar de Jorge. Entré a mi habitación e intenté llamar al teléfono de Alex, pero nadie atendía, no tenía un buen presentimiento. Volví a mirar por la ventana, analizando cada parte de ella, una idea descabellada llego a mí, podría bajar por la ventana, aunque era algo alta, contaba con la ventaja de no tenerle miedo a las alturas.

Comencé a bajar con cuidado, sosteniéndome fuertemente de los ladrillos que estaban allí. Cuando estaba cerca de lograrlo, mis pies se resbalaron y caí a unos pocos metros del suelo. Me quejé del dolor, pero lo ignoré, debía descubrir que había sucedido cuanto antes, me puse de pie y al instante pude notar mis rodillas raspadas, con un poco de sangre en ellas. Crucé la calle e inmediatamente toqué la puerta de la familia del chico.

Luego de varios minutos, Plur abrió, ella estaba en pijama, recordé al instante que Alex, había aclarado que sus padres estaban durmiendo.

—¡Ashley! ¿Que necesitas? —dijo sonriente

—¡Alex! —exclamé—. Algo le paso a Alex.

Su rostro se transformó, me miró con espanto, su rostro no tardó en volverse color papel. Corrió hacía su habitación sin hacer preguntas, seguí sus pasos y al abrir su puerta, nos encontramos con la peor imagen.

Él estaba tirado en el suelo, con un charco enorme de sangre a su alrededor.

En un instante su padre llegó a la habitación sin comprender, mientras Plur estaba arrodillada en el suelo intentando despertar a su hijo quién estaba desvanecido, mientras yo observaba la situación sin dejar de culparme, había provocado todo esto yo sola.

Peter llamo a emergencias enseguida, los minutos corrían al paso de una tortuga, el incierto era terrible, Alex no despertaba, los nervios y tensión invadían la habitación. Todo era terrible.

Luego de unos momentos, la ambulancia llegó y junto con ellas nos trasladamos al hospital. Dónde él fue internado de emergencia.

Plur no dejaba de llorar y yo la acompañaba, mientras Peter permanecía duro como una roca, inexpresivo como si nada sucediera. Aunque los nervios de saber que había sucedido nos inquietaban a todos.

Unas dos o tres horas después de la larga espera. El doctor salió, con una mirada que, de alguna forma, nos tranquilizó.

—Alex ha sido operado de urgencia —comunicó el doctor—. Todo salió bien —lanzó una mirada de compasión

—¿Que le sucedió? —preguntó Peter demostrando por fin felicidad.

—Fue herido con arma blanca, por suerte no logro atravesar sus órganos, eso le salvó la vida —afirmó

Suspiré profundamente al saber que se encontraba dentro de todo bien, todos en esas horas creíamos que había sucedido lo peor. Sus padres pasaron a verlo. Me alegraba que no haya pasado a mayores, pero no podía dejar de sentir rabia, esto no tendría que siquiera haber sucedido. Luego de unos minutos, me dieron el permiso de pasar a la sala. Así que sin dudar entré a ella, y pude verlo tendido en la cama. Lancé una sonrisa para subirle los ánimos, pero no funcionó, se encontraba derrotado.

—¿Que te paso? —pregunté con lágrimas en los ojos borrando mi sonrisa por lo culpable que me sentía.

—No lo sé, no recuerdo nada —murmuró.

—¿Quién estaba en mi jardín? —pregunté sin rodeos

—¿Eso es importante ahora? —volvió a murmurar—. No lo recuerdo.

Me enfurecí al saber que todo había sido completamente en vano. Lancé una mirada de enojo hacía él, aunque poco después entendí queno era el culpable, no debía ser tan cruel, él intento ayudarme y acabo así.

Estaba comenzando a tomar completamente en serio que Anónimo podría ser capaz de cumplir con sus amenazas, de ser capaz de asesinarme.

El rostro de Alex comenzó a quedarse color rojo, le costaba respirar, llamé a la enfermera enseguida y poco después entró pidiéndome que me retirara.

—¿Se pondrá bien? —pregunté, pero no me respondió.

Esto había sido una idea terrible.

Atte. Anónimo ✔Where stories live. Discover now