La Verdad

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Era un día soleado, aunque pera algunas personas pareciera que la oscuridad le había invadido por completo. Una de esas personas era Shadow, quien se encontraba en el parque, apoyado contra el tronco de un árbol alejado de la gente que paseaba leyendo un libro, como solía hacer todas las tardes, pues le distraía de sus pensamientos.
A su lado, su fiel ángel, al cual no podía ver ni escuchar.

—María.—La llama la eriza rosa.—Tengo que hablar contigo.

La rubia mira al azabache que seguía en su mundo y asiente.

—¿Qué ocurre, Amy?

—Crees... ¿Crees que soy egoísta?—Pregunta en voz baja a pesar de que nadie excepto su hermana podía oírla.

—¿A qué viene esto?

—María, por favor, dímelo. ¿S-soy una egoísta? ¿Me estoy aprovechando de Sonic? ¿No lo amo?

A la chica le sorprende el estado de la rosa. Esta no paraba de temblar y se abrazaba a sí misma.

—Shhh. Claro que le quieres, yo lo se.—Murmura con parsimonia.—Ven, demos un paseo.—Le indica empezando a andar.—Amy, estarás a su lado toda su vida. En el momento de su muerte se te asignará otro mortal.

—¿Estás diciendo que lo veré morir, María?—Pregunta con la voz rota.

—Amy, escúchame bien. Te quedarás en ese estado para siempre, no puedes darle una familia, estando con él le quitas la posibilidad de tener una vida normal. ¿No lo entiendes?

—Por eso no dejas que Shadow te vea... ¿P-por qué no me lo dijiste antes?

—¿En serio, me habrías escuchado?

A la rosada se le habría parado el corazón ante las palabras de su hermana, si tuviera corazón, claro. Decidió que no quería hablar más con ella y se fue sin despedirse. Quería correr, desahogarse, echaba de menos llorar.
Abrió la puerta de casa bruscamente, encontrándose con alguien que no esperaba encontrarse.

—L-lo siento.—Se disculpa con la madre de Sonic.

—Oh, no te preocupes. Sonic no está aquí, lo he mandado a que me compre unas cosas para la cena. ¿Te quedarás?

—No, gracias, ya he cenado.—Miente avergonzada—Mejor me voy...

—Por favor, quédate, estará a punto de llegar.

—Está bien...—Suspira sentándose en el sillón.

—Gracias por cuidar de mi hijo.—Comenta sentándose en frente de ella con una taza de té.

—¿Eh? ¿Qué? ¿L-le ha contado algo?—Pregunta sorprendida.

—No, pero está mucho más alegre desde que te conoció. No es muy difícil deducir que estáis saliendo. Perdón si me equivoco.

—No, está bien, si...

—¿Va todo bien? Se que Sonic puede llegar a ser muy complicado...

—No se preocupe, no ocurre nada. Y se bien como es él... Es decir, ha pasado malos momentos pero los próximos los superaremos. Es lo que tiene...

—¿Te lo ha contado?—Cuestiona seriamente.

—Si. Su padre les abandonó, ¿cierto?

La eriza mayor suspira y le dedica una sonrisa a la chica.

—Más bien, nosotros nos fuimos.

—¿A qué se refiere? Q-quiero decir... Si no le importa hablar de eso...

—Mi marido era bastante propenso a estresarse. Cometía errores, tomaba malas decisiones. Sabía que crecer en ese entorno iba a perjudicar a mi pequeño pero aguanté con la escusa de que debíamos ser una familia feliz y nunca perder la esperanza...pero todo eso se desmoronó cuando mi hijo de cinco años me preguntó por qué su padre se estaba haciendo daño. Aquella misma noche cogí a Sonic y nos fuimos. Pensé que así lo había salvado.—Levanta la vista del suelo y la mira con tristeza.—Cuando cumplió los trece él empezó a...bueno...a hacerse daño. ¿Entiendes?

Un silencio pesado inundó la sala, hasta que el chasquido de la puerta abriéndose lo rompió.

—Ya he estoy aquí, mamá, he comprado los... ¿Amy?

—Ella te estaba buscando, cariño, gracias.—Le dice tiernamente quitándole la bolsa de comida de las manos.

—Eemm... ¿vamos?—Cuestiona la chica señalando las escaleras con la mirada.

—Si, claro. Mamá, estaremos en mi habitación...Vamos.

Suben las escaleras a toda prisa y entran en la habitación.

—¿De qué estabais hablando? ¿Y por qué te fuiste antes así? Estás muy rara.

—Oye no te preocupes por eso, yo...llamé a un demonio.

—¿¡Qué?!

—Fue un momento de debilidad, pero no te preocupes, esta todo controlado, no volverá a molestar a Sally.

El chico resopla aliviado y se deja caer sobre su cama.

—Uuff, Amy, en serio, al final va a lograr matarme.

Amy se sienta a su lado y le mira fijamente, sin reirse de la broma, lo que al erizo acaba preocupándole.

—¿Qué te pasa?

—¿Puedo pedirte algo?

—Claro, lo que quieras.

Esta no contesta. Permanece mirándolo unos segundos hasta que al fin se atreve a agarrar sus manos, las cual Sonic aparta rápidamente.

—¿Q-qué haces?—Pregunta molesto.

—Por favor, déjame verlo.

—No.—Se niega levantándose.

—Por favor.—Repite suplicante.

El joven se rinde y se sube las mangas de la camisa, luego se quita los guantes y le enseña sus muñecas a Amy por primera vez.
Ella las inspecciona con cuidado. Acaricia las pequeñas cicatrices hasta pararse en un más marcada.

—... Esta es reciente.—Comenta sin obtener respuesta—Sonic. Esta cicatriz es reciente.

El erizo voltea la cara para no mirar eso ojos jade que le acusan.

—¿Recuerdas cuando ese demonio quería llevarte al infierno para que te quemaras? ¿cuando pensé que te había perdido?

No podía creerlo, había echo eso por ella.

—No quiero que vuelvas a hacerlo, ¿me oyes bien? ¡jamás! B-bajo ninguna circunstancia...sin excepciones.

—Claro que no volveré a hacerlo, te tengo a ti. ¿Por qué iba a repetirlo? Soy feliz ahora, Amy.

—por ahora.—Susurra para sí misma.

Si supieras la verdad...

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