I. Madre

29 2 0
                                    

Cuando detuvo sus veloces patas sentí un gran alivio.

No por mi cansancio, sino porque percibí a mi hijo.

Al voltearse él, su mirada me hizo sentirme en un nido.

Ambos sabíamos lo que ocurría, esto era un despido.


Me arrodillé, ni pensando el exhaustivo, fue por magnificencia.

Entre el fango y la cacofonía, mi cabeza, un tiro, deseando la indecencia.

Mis lágrimas salieron para colmo, -Fue ido-, pensé sin conciencia.

y antes de ceder a las súplicas, él interrumpió -Recuerda lo vivido mi querencia-.


En instantes mi cabeza se ahogaba en días, tardes y noches de él.

Santiamén, toda abanico de penas desemborraché.

De un abrazo él me disparó, técnicas que yo misma le enseñé,

Para luego irse sonriendo. Raudas patas piraron. Y yo, contenta de mi bebé.


                                                                                                                       -Ale.

"Material"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora