Capítulo 3

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Los días continuaron normal, no me topé con Alexander en ningún otro momento.

Gracias a Dios.

Al fin es viernes y me encuentro en mi oficina terminando los últimos detalles para las noticias que enviaré a nuestra página web del programa.

Estoy impresionada de lo concentrada que he trabajado ya que un día como hoy perdí a una de las personas más importantes en mi vida.

No tenía ganas de venir a trabajar, pero si me quedaba en casa iba a ser peor y tenía muchas cosas que revisar aquí. Así que vine temprano, no sin antes haber visitado la tumba de Liam y dejarle un precioso adorno de flores.

Tocan la puerta y aparece la figura de Carolina, le sonrío y cuando miro detrás de ella mi sonrisa desaparece, está Alexander.

—Julia, cariño, he olvidado comentarte algo muy importante.

—Pues, soy todo oídos —me levanto y me acerco a ella.

—Como sabes mi hijo Alexander tiene el restaurante que inauguró recién —asiento levemente—. Pues hemos planeado un segmento para mostrarlo el lunes en el programa haciéndole publicidad al restaurante, ya sabes, para que lleguen más clientes.

—Me parece muy bien Caro, entonces ¿grabamos el lunes?

—No cariño, grabaremos esta noche.

Miro a Alex frunciendo el ceño y él me sonríe.

—Pero no puedo Caro...

—¿Por qué no? —interrumpe Alexander y se posiciona al lado de su madre— Es tu trabajo, tienes que hacerlo.

—Tengo cosas que hacer hoy Caro —digo ignorándolo— ¿Por qué no llaman a otro colega?

—Te queremos a ti —dice el piloto.

Lo miro mal.

—¿Puedes dejarnos solas?

—Están hablando de mi restaurante.

—Alex —interrumpe su madre— baja el tono.

Suspiro, agotada por todo este espectáculo.

—Caro, ¿sabes que fecha es hoy?

Piensa un segundo y luego me mira.

—Ay Julia, es verdad —se acerca y me abraza—. Lo olvidé por completo.

Caro es la única de mi trabajo que sabe lo que pasó con Liam.
Alex me mira preocupado con el ceño fruncido, pero yo lo sigo ignorando.

—Pero Juli, te hará muy bien hacerlo. Te vas a distraer y no pensarás en ello, además, no tienes porqué quedarte toda la noche, hacemos las tomas, bebes algunas copas y te vas a casa ¿te parece?

Asiento resignada, no me queda de otra.

—Bien, nos vemos en una hora allá —dice abrazándome de nuevo—. Y estas perfecta para la ocasión, ese vestido negro te queda fenomenal.

Le agradezco con una pequeña sonrisa y Carolina se retira.

—Voy por mis cosas y nos vamos querido —le dice a su hijo, que todavía me observa.

Miro mal a Alex y camino hacia la puerta, tomo el pomo y vuelvo a mirarlo.

—¿Me estas corriendo? —pregunta sorprendido.

—Tómelo como quiera, señor Müller.

—¿Estas enfadada?

—No debería importarle.

Perdón, pero Tú eres Mía  I  [ REALIZANDO CORRECCIONES ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora