Prologo

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¿Cuento para niños, fábula moral, relato en clave de su vida o simple obra escrita por encargo?

¿Qué es El Principito?

Ya han pasado sesenta años de la edición de la obra por Gallimard (abril de 1964), se han vendido más de 80 millones de ejemplares en todo el mundo, con traducciones a 118 idiomas – incluso en latín, lo que lo convierte en uno de los pocos libros modernos traducidos a este idioma–, pero aún está llena de incógnitas. Es un libro lleno de magia e imaginación, aunque su mensaje, algo confuso, no ha dejado de maravillar a miles de lectores.

En primer lugar debemos decir que no es un libro para niños. Así sucedió (y sucede) con otros libros famosos, Pero este, tal como los libros de Lewis Carroll, fue expresamente hecho para niños. Un editor norteamericano (Reynal & Hitchcock) encargo a Saint-Ex una especie de "cuento de Navidad", y en tres meses nació Le Petit Prince. Imaginamos la sorpresa de la traductora inglesa al leer el texto. Al parecer era maestra y, aunque no le pareciera un libro "muy apto para niños", hizo una traducción algo "pedagógica" que le resto parte de sus valores poéticos: quiso, en cierta manera, "explicarlo", algo que no conocemos muy bien los que nos dedicamos al humilde trabajo de hacer una "versión" de un texto en un idioma que otros escritores realizan en otro. Lo cierto es que el mensaje del libro se dirige a personas de cierta edad que puedan ser capaces de analizar las relaciones de amor y amistad que se deslizan debajo del texto.

Pero pasemos al contenido del libro, que presenta también no pocas incógnitas. Por ejemplo, ¿las relaciones tormentosas del Principito y la rosa ocultan las confidencias sobre la vida sentimental del autor?

Empecemos por el principio: el argumento.

Esta encantadora fabula narra el encuentro de un piloto cuyo avión ha sufrido una avería y se encuentra en pleno desierto del Sahara, a miles de kilómetros de un lugar habitado, en una situación límite de vida o muerte. En ese momento encuentra a un pequeño ser extraterreno de aspecto humano, el "Petit Prince". La conversación entre los dos personajes se desarrolla sobre el telón de fondo a una situación de vida o muerte, y algunos críticos han querido ver un dialogo entre el ser adulto y su antiguo "ser" niño, con una mecánica dialéctica que se inicia cuando el Principito plantea su primera exigencia: "Dibújame una oveja". En los primeros nueve capítulos el punto de vista del narrador oscila de la tercera a la primera persona.

Nos enteramos que el Principito habita el planeta B-612, del tamaño de una casa, que tiene tres volcanes (uno inactivo) y uno rosa. El "niño" ocupa su tiempo arrancando los baobabs que intentan echar raíces y por ende destruirán el planeta. El Principito ama a su rosa, pero cuando siente no ser correspondido inicia un viaje

–con un estilo que recuerda un poco a Voltaire, pero sin su acidez– para conocer el resto del universo, visitando otros seis asteroides. Allí conoce una serie de personajes curiosos, con los que entabla conversación: el rey, el vanidoso, el borracho, el hombre de negocios, el farolero y el geógrafo. Y por último se dirige a la Tierra. Allí conoce y hace amistad con un zorro, con lo cual comienza el capítulo XVI y el punto de vista cambia a tercera persona.

Aquí estamos ante la escena más emotiva: el zorro pide al niño que lo "domestique", una forma de establecer relación de dependencia entre ambos. Entonces el Principito advierte que su flor lo ha domesticado, le ha hecho creer que ella es la única en el universo, convicción que se refuerza al encontrar un jardín de flores iguales a "su" rosa. Y, en este tono surrealista, el zorro le confía un secreto que sintetiza de alguna manera el mensaje de la novela: "Lo esencial es invisible para los ojos"... para luego agregar: "Es el tiempo que has perdido por tu rosa lo que hace a la rosa tan importante".

Devorado por la ansiedad y el deseo de regresar a su propio planeta, el Principito se hace morder por una serpiente venenosa y muere (o se desvanece en la noche), después de haber consolado, bien o mal al piloto que había unido al pequeño personaje (en la última parte de la historia le llama "petit bonhomme", algo así como hombrecillo, indicando de esta manera que el Principito era algo más que un niño.

Una explicación banal reduciría el libro a una fábula moral: los niños, que aún no han perdido la inocencia, son capaces de comprender las verdades de este mundo mejor que los adultos. Y quizá sea asi, pero todos los relatos de Saint-Exupery son más una búsqueda del significado de la vida: dentro de una metafísica abstracta, algo confusa, los personajes buscan y/o encuentran una dirección: su estrella; y expresan una filosofía individualista. Dice Saint-Ex: "... una significación espiritual, una inquietud espiritual [...] no se puede vivir sin poesía, color ni amor" (La ciudadela).

Pero tampoco deja de ser la expresión de una moral humanista, aunque no podemos seguir abusando de la metáfora en busca de un significado, el entretejido de los símbolos de este libro apasionado permanece indescifrables, y es mejor que se mantengan así.

El Principito Where stories live. Discover now