Capítulo 27

97.3K 13.3K 1.7K
                                    

Marco me hizo a un lado como su asistente. Desde lo que hablamos en la cena en honor a Daniel y Carolina, cualquier cosa que necesita se la pide a Gloria. Únicamente me permite acomodar su oficina antes de que él llegue y preparo su café. Porque a nadie más que a mi le permite preparar ese café. Sin embargo, su lejanía sólo me confirma que llegó el momento de irme y buscar trabajar en otro lugar. 

Aún así, sigo teniendo mucho trabajo. Salvador me pidió proponer proyectos que mejoren el capital humano de esta empresa. Sí. Yo, Vanesa, estoy a cargo de algo realmente importante. 

He estado tan ocupada con lo del proyecto que hasta he tenido que llevarme trabajo a casa. Pero no me importa. Me siento más útil que antes.

¿Por qué Marco nunca me confió algo más importante que preparar café o limpiar tazas? Me duele pensar que no me crea capaz. No así Salvador que me llamó a su oficina y frente a mi solicitó al departamento de Recursos Humanos mi historial de trabajo.

—Excelente Hoja de vida —dijo, complacido—. Siempre llegas media hora antes que los demás y a veces te quedas hasta muy tarde. No tienes ninguna falta o error y, a quienes les he preguntado, han asegurado que manejas excelentes relaciones interpersonales.

Creo que Recursos Humanos aún no sabe que la mitad de la oficina me detesta por no actualizar mi novela. 

—Vales oro, Vanesa. 

El primer día de Salvador en Grupo M fue tranquilo. Nos esperábamos a un ogro y ahora muchos le consideran un amigo. Yo tengo mis dudas. Serias dudas.  Y no comprendí a qué venía su interés por mi hasta que agregó:

—Y es por eso que no entiendo por qué Marco no te ha dado un ascenso.

Directo al corazón. 

Procuré controlar mis emociones para que Salvador no se diera cuenta de cuánto me afectó escucharle decir eso. No sólo ya me siento desanimada porque Marco no me toma en cuenta, y ahora venía este a decirme que le valgo igual a nada.

Duele. 

—¿Y tú qué opinas? —Me cuestionó—. ¿A qué crees que se debe que Marco no aprecie tu trabajo a pesar de haberle demostrado alta fidelidad? Eres puntual, nunca te quejas de nada... Vaya. Ni siquiera has pedido algún aumento.

No respondí. 

Me sentí incómoda al escucharle decir todo eso. Pero al mismo tiempo también me cuestioné el por qué. Sí, ¿por qué si no gano lo que merezco?

—Tienes el peor salario de esta empresa, Vanesa —bufó Salvador—. Y realmente no comprendo por qué estás en esta situación.

Lo que pasó fue que cuando solicité empleo en Grupo M la encargada de Recursos humanos me informó que sólo tenía disponible vacantes para practicantes. Evaluamos opciones y, de acuerdo a mi capacidad, califiqué para asistir a una gerencia. Eso me animó pues ese gerente era el señor Maldonado. En ese entonces el hombre más importante en la empresa. 

—Por el momento sólo servirás el café —dijo ella—. Pero aprenderás mucho y cuando el señor Maldonado lo considere conveniente te cambiaremos a un puesto ejecutivo.

¿Cómo decir que no a eso?

Hablamos sobre mi plan de carrera en la empresa y ella me propuso que al finalizar mis prácticas como asistente personal del señor Maldonado sería asistente administrativa, y, al concluir mis estudios universitarios, podría –si me esforzaba- ser una ejecutiva. Me emocioné y esforcé en poner todo mi empeño en servir con eficiencia a todos. Sin embargo, dos meses después de ingresar a la empresa la encargada de Recursos humanos se jubiló y mi expediente, a manos del nuevo jefe, se fue traspapelando. Y el día en el que por fin me animé a recordarle al señor Maldonado que yo sólo era practicante y que ya consideraba conveniente demostrar que puedo estar a cargo de tareas más importantes, él dijo "Vanesa, mi respuesta es Sí pero, te lo ruego, dame un poco de tiempo hasta encontrar una asistente igual de eficiente". El señor Maldonado era tan amable, respetuoso y considerado que acepté. Pero él se ocupó de más cosas y el tiempo fue pasando... hasta llegar al día en el que me presentó a Marco.

Vanesa entre líos ©Where stories live. Discover now