16 SESSHŌMARU: El sello

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Algunos días antes del renacer de Kikyō
Octava luna del 1501. Sengoku Jidai / Muromachi.
Casa de la Luna, residencia veraniega de los Taisho

La residencia de mi madre se encuentra en la cima del monte Fuji, el lugar más sagrado de todo Japón. Ella pertenece a la rama de Inu-yōkais encargada de mantener el culto a nuestro creador, Tsukuyomi-no-mikoto* y se dice que es capaz de comunicarse con el Dios de la luna en persona. Para mayor alivio de este Sesshōmaru, lleva recluida en la Casa de la Luna desde tomé posesión de mi cargo como Lord del Oeste, asegurando que en este lugar escucha la voz de Tsukuyomi con más claridad. Hasta ese momento se había encargado de mi educación y no tengo recuerdos agradables de aquella época. Mi madre fue una maestra severa e implacable que usaba cualquier método para conseguir sus objetivos, y me educó para ser igual que ella. Ambos alfas y dominantes, nuestros caracteres chocan inevitablemente, por lo que procuramos no cruzarnos a menudo. Por ello, mientras vuelo hacia la cima del monte, me pregunto qué será tan grave como para que fuese en persona a buscarme al palacio.

Una vez allí, atravieso los desiertos pasillos y habitaciones dirigiéndome al Salón del Eclipse donde percibo mucho antes de entrar, el yōki de mi madre, alterado y crepitando. Sin duda está furiosa.

—¡Ya era hora, maldito ingrato! ¡Llevo muchos días esperando que te dignes a aparecer!

Pongo cara de poker y aprieto los puños, aguantándome las ganas de despellejarla ahí mismo por faltarme al respeto.

—Madre. Se ha comunicado a este Sesshōmaru que deseabais verle.

—¡Eso fue hace semanas!

—Este Sesshōmaru no tiene porque acudir corriendo como un perro a la llamada de nadie. Ha venido cuando se lo han permitido sus obligaciones y lo ha considerado oportuno.

—¿Tus obligaciones, dices? Ya he visto de qué obligaciones se trata—. Me señala la fuente con forma de media luna que hay en el centro de la estancia. Le echo un vistazo y me quedo helado. En la superficie del agua, en vez de mi reflejo, se puede observar una nítida imagen del lugar que había abandonado minutos antes. Mientras observo el tranquilo sueño de la miko me doy cuenta de que mi madre lo ha visto todo. Desde mi fracaso para conseguir a Tessaiga, pasando por la humillación de dar lástima a un enemigo hasta el punto de ser salvado por ella y, sobre todo, mis injustificables idas y venidas en pos de esa humana que no ni yo entendía del todo.

—¿Así que ahora espías a tu Señor...? —suelto, tratando de mantener la voz lo más calmada posible. En su mirada furiosa aparece una pizca de diversión ante lo patético de mi argumento.

—Vamos hijo..., conmigo te puedes quitar la careta Lord del Oeste. Exijo que me des una explicación de tu comportamiento ahora mismo.

 Exijo que me des una explicación de tu comportamiento ahora mismo

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No se me ocurre absolutamente nada. No tengo ninguna excusa ni justificación. Bajo la mirada avergonzado y mi gesto parece ablandarla un poco.

El Círculo de la MuerteWhere stories live. Discover now