CAPÍTULO 20.

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El resto de la semana pasó casi lo mismo. Evitaba a Duff siempre que era posible. Si veía que venía por el pasillo o algo así me excusaba hacia el baño más cercano o aula. Los castigos a la hora del almuerzo estuvieron bien, no me los quitó así que solo me senté hasta atrás del aula escuchando música y leyendo. Lo ignoré completamente, como él hizo conmigo...

No me compró el almuerzo otra vez; a propósito me hice un sándwich para poder regresárselo si lo hiciera.

Sus clases eran horribles. No tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Apenas si entendí algo y me sentí al borde todo el tiempo mientras las chicas babeaban y coqueteaban con él como locas. No me dio preferencia, pero tampoco me ignoró, solo me trató como a cualquier otro estudiante en su clase.

Excepto que quizás obtuve menos sonrisas. De hecho, ahora que lo pienso, no obtuve sonrisas en absoluto, pero fue probablemente porque tampoco le di ninguna. Dave y yo nos reuniríamos el sábado para ayudarme a estudiar.

Hoy era viernes y tenía previsto reunirme con Danny en cualquier momento. Mientras la campana sonaba señalando el final del día, recogí mis libros y me quedé esperando que Cami recogiera su cabello en una cola de caballo.

—Así que esta noche es la gran cita —dijo con entusiasmo, agitando las cejas.

Casi podía sentir la mirada de Duff taladrando en un lado de mi cabeza. Por el rabillo del ojo podía verlo parado ahí, observándome. Todo su cuerpo parecía tenso.

—No es una cita —contesté rotundamente, mis manos empezaban a sudar porque Duff estaba mirándome fijamente.

—Vas a al cine con un chico, es una cita —contestó, agitando la mano con desdén. Negué con la cabeza y abrí la boca para protestar, pero ella habló otra vez interrumpiéndome—. Debería ser una cita de todos modos, porque maldición, me lo haría con ese chico sin pensar y tú deberías también. Te ayudaría a sobreponerte del Sr. Perfecto si saltaras sobre su hermano. Dejarías de poner tan mala cara -bromeó.

Jadeé.

—¡Cami! —susurré, agarrándola del brazo y arrastrándola más cerca para decirle que se callara la maldita boca. Demasiado tarde. Escuché un estruendo en la dirección de Duff y volteé para ver que había caminado hacia el escritorio, golpeando las sillas y dejado caer la pila de libros que llevaba. Su mandíbula apretada, se miraba furioso.

—¿Está usted bien, Sr. Mckagan? ¿Necesita una mano? —ofreció Cami, sonriendo seductoramente.

—Eh... Este... No, está bien. Gracias por ofrecerse señorita Cooper —rechazó educadamente.

Decidí que tenía que irme antes de que pudiera arrastrarme a un lado.

—Me tengo que ir —murmuré, mirando solo a Cami—. Te llamo y nos reunimos el domingo.
La abracé rápidamente, antes de pasar por la puerta dejándola para que terminara de recoger sus libros.

—¡Maureen, espera! —llamó Duff.

Me detuve en seco. Esa era la primera vez que me llamaba Maureen, desde que descubrimos que era mi maestro. El sonido hizo que mi estómago revoloteara a pesar de que me enojé conmigo misma por dejarlo tener ese poder sobre mí. Me volví a mirarlo, no queriendo ver realmente su cara enojada otra vez.

—De hecho podría necesitar algo de ayuda, ¿quizá me puedes dar una mano? —pidió, aunque sus ojos decían algo totalmente diferente.

—Yo le ayudaré, Sr. Mckagan —interrumpió Cami—. Maureen tiene una cita.

Me empujó hacia la puerta con una sonrisa pícara y un guiño. No había duda de que estaba emocionada por unos cuantos minutos a solas con Duff.

YOUNG LOVE. #1©Where stories live. Discover now