Dunkirk [LS].

Prólogo. [Editado]

Harry Styles se encontraba aprendiendo su libreto para una escena la cual, era bastante larga. Pronunciaba las palabras en su boca sin salir con su voz grave y rasposa, cerrando los ojos mientras recordaba el libreto en su cerebro. Cuando de pronto, una llamada lo interrumpió y maldijo en voz alta ante aquella interrupción.

—¡Maldita sea! —murmuró mirando el aparato, el cual sonaba animadamente al ritmo de The Rolling Stones. Estaba prohibido usarlo, pero tal vez era su madre, o tal vez era algo realmente importante.

Miró con confusión el nombre de la persona que había interrumpido su concentración. Niall Horan.

Aceptó la llamada.

—Niall, tengo que grabar, ¿Qué es lo que pasa? Espero que sea importante ya que....

—Harry..... —interrumpió, voz totalmente alterada y con una pequeña mezcla de enojo y preocupación.

—¿Qué sucede? —cuestionó confuso —¿Niall...?

—¿En que demonios estás pensado Styles?, Él está muriendo.

Cerró los ojos, no podía, no él no...

—¿E-Él?—tartamudeó, voz totalmente insegura de él, por que él lo volvía inseguro y tímido y lo hacía sentir pequeño, amado, y en casa.

Un suspiro se escuchó al otro lado de la línea antes de que el nombre de aquella persona saliera de los labios de su amigo, provocándole dolor y angustia y desesperación, sensaciones que eran terribles cuando se trataba de él.

—Es Louis, Harry —Niall dijo, voz severa y controlada pero dicha con una pizca de cuidado, sabiendo los miedos de Harry, sabiendo que sólo su nombre podía romperlo y hacerlo llorar y sangrar y enfermarse y morir lentamente.

Louis.
Y no había pensado en Louis desde aquella charla que le rompió el corazón. Trató de alejarlo, de pensar en alguien más, en lo que fue, y que eso que fue era un pasado bonito con unos puntos suspensivos.
Louis, quien había susurrado palabras de amor y dedicado palabras bonitas mientras lo miraba a los ojos.
Louis, persona cuya persona era dueña de su corazón y de todo lo que había en el.
Louis, de quien Harry estaba terriblemente enamorado, dueño de sus pensamientos, de su felicidad.

Louis, quien había sido y seguía siendo el hogar de Harry, a pesar de que ese chico decidiera posar sus ojos en alguien más, alguien que dolía, y alguien que quemaba.

El mismo chico que había catalogado a alguien más como aquello que Harry siempre lo catálogo a él.

El mismo chico dueño de sus ojeras, de sus lágrimas y aquellas canciones tristes que él había compuesto en la madrugada.

Se permitió cortar la llamada dejando a Niall con la palabra en la boca para después apagar su teléfono mientras lágrimas resbalaban por sus mejillas y cerraba los ojos fuertemente con la esperanza de que aquel castaño se olvidara de que habitaba en su ser y saliera para dejarlo volver a tomar aire y fuera a romper algún otro el corazón, pero ya no el suyo, por que estaba tan dañado y pedía a gritos no encontrarlo frente a él por que no resistiría.

Y mientras guardaba el celular en el bolsillo trasero de sus rasgados pantalones decidió recordar todo lo que había pasado, aunque volviera a doler.