Adiós

Tenía sueño, quería dormir, pero no podía, no con la Abuela en aquella cama de hospital.
"Abuela", hacía mucho que no la llamaba así. No desde que era pequeña. Estaba muy oscuro en aquella habitación. La luces están apagadas.
No sé qué hora es. Saqué el móvil para ver el reloj. Son las 3:42 de la mañana.

Necesito ir al servicio, así que me levanto de la silla, ya estoy en la puerta a punto de girar el pomo, cuando, de repente, Abuela me dice algo.
- Cariño.
- ¿Qué pasa Abuela? -pregunté.
- No te vayas-respondió.
- No, yo sólo...
-Acércate -interrumpió. Yo me acerqué.
-Adiós - susurró.
-¿Qué dices Abuela? -ella sonrió.
-"Abuela". Hace mucho que no me llamas de ese modo. Cuando eras pequeña siempre me llamabas así. Tú siempre de aquí para allá, no podías estar quieta...
- ¡Para! -le interrumpí. -eso suena al típico discurso de antes de morir. Y tú no lo harás. -continúe.
-¿Es que no lo ves? Todo esto, todas esas medicinas, me duele, sufro.-dijo.
-¿Qué pretendes?
-Desenchufa la máquina
- ¿Qué? ¡No! Espera aquí. Voy a llamar a una enfermera. -dije.
-¡No, espera! -exclamó.- Por favor - continuó. Yo me paré.
- Por favor, tu sabes mejor que nadie todo lo que sufro.
En mi interior yo sabía qué era lo que ella quería. Y lo que ella necesitaba para parar su dolor.
- Pero Abuela...
- Por favor- esas palabras resonaban en mi cabeza, una y otra vez. "Por favor, por favor"... Un dilema bullía en mi cabeza cuando de repente dije :
-Lo haré -no sé de dónde saqué las fuerzas para decirlo. Yo no quería. Su rostro se llenó de alivio. Podía oír el pip pip del monitor de pulsaciones. Pip pip. Estaba a punto de desenchufar la máquina cuando, Abuela dijo algo.
-Cariño.
-¿Sí? -pregunté.
- Adiós - dijo. Me fijé en sus ojos. Sus preciosos ojos castaños. Eran hermosos. Entonces desenchufé la máquina y el pip pip del monitor se convirtió en un piii... Cerró sus ojos y supe que sería la última vez que vería esos preciosos ojos castaños.
Entonces me acerqué a su oído y susurré;
-Adiós.