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Chanyeol y yo cumpliríamos ocho años de noviazgo y no esperaba nada menos que un anillo. Es lo mínimo que debía esperar, ¿no?
❝Pasaré por ti a las ocho
Esta noche será inolvidable, ya lo verás Hojung❞
—Me pedirá que nos casemos —comencé a hacer un extraño baile en mi cama mientras ahogaba mis gritos en un extraño chillido.
❝Te esperaré Chanyeol
Te compré algo que creo que te encantará❞
❝No era necesario, amor❞
❝Cállate, te esperaré❞
Me bañé y comencé a vestirme y arreglarme el maquillaje, el peinado. Inclusive compré un vestido solo para este día, mi día
—Buenas noches, amor —le dí un beso mientras me subía al auto.
—Buenas noches. Te ves hermosa —sonrió.
—Gracias, amor. Tú te ves muy guapo también —toqué su corbata.
—Vámonos.
Arrancó el coche.
Íbamos por la autopista y él no dejaba de mirarme.
—¿Qué? —pregunté divertida.
—¿Sabes qué? —frenó el coche y se hizo a un lado—, ya quiero darte tu regalo.
Mi corazón comenzó a latir rápidamente.
—Tapate los ojos —tapé mis ojos.
—Listo, ábrelos —y se encontraba frente a mí con un oso, un oso de peluche.
¿Enserio?
Mi cara de decepción y enojo no se hizo esperar.
—¿Qué pasa?
—¿Un oso de peluche?, ¿un maldito oso de peluche? ¿Enserio, Chanyeol? Ocho años y aún no sabes lo que quiero —la furia me alcanzó, no lo pude evitar, comencé a hablar y hablar, a insultarlo, de todo.
Tomé el peluche y lo tiré por la ventana hacia el otro carril. Él abrió los ojos mirando por la ventana.
—¿Qué miras? Es un maldito oso.
—Hojung, amor, espera. Por favor —él sale del auto, planeando recuperar el oso, pero...
Antes de poder llegar a él, un auto lo alcanza, Chanyeol había muerto en ese momento y todo por mi culpa.
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El día del funeral de Chanyeol después de su entierro, no pude hacer nada más que volver a mi casa, sola, y llorar como nunca. Como nunca antes.
El oso de peluche estaba al final de la cama. Llevaba observándolo un buen rato. Llevaba observando un buen rato el último regalo que Park Chanyeol me había dado en vida. Uno tan sencillo y hermoso.
No pude más y lo tomé para comenzar a llorar aún más fuerte.
Abracé el oso de peluche con todas mis fuerzas... justo como debí hacerlo cuando me lo entregó.
Y entonces... La máquina habló: "¿Te quieres casar conmigo?"
Miré sorprendida el bolsillo de la chaqueta del oso y el dolor en mi garganta se hizo aún más profundo.
