"Entre desgracias y la buena fortuna."

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-¡Al diablo mi ética profesional-nanodayo! - el pelirrojo se sorprendió al escuchar esas palabras tan poco comunes de su médico, pero a la vez se sintió satisfecho al ser el causante de que fueran pronunciadas.

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Esa mañana...

Kagami Taiga se encontraba en su departamento, alistándose para marchar rumbo a su trabajo. Tomó su bata médica del armario, sintiendo como al momento sus mejillas se calentaban.

-Ojalá esto salga b-bien. - susurro frente a su espejo para luego emprender rumbo a su destino.

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Desde hacía un año ya, que había conseguido ser el asistente y auxiliar en el consultorio del conocido médico, Midorima Shintarou.

Lo había conocido al acudir donde él por una lesión sufrida en uno de sus entrenamientos para entrar al cuerpo de bomberos de la ciudad. Cuando el peliverde le declaró que tendría que olvidarse de su sueño por un tiempo ya que tendría que someterse a una cirugía leve pero de importancia y por ende requerir terapias físicas después de esta, Kagami se frustró tanto que golpeó con fuerza el escritorio del galeno. No podía culparsele por tal reacción, estaba preocupado.

Prácticamente estaría incapacitado por unos meses, ya que no creía que lo dejaran trabajar en el restaurante donde laboraba medio tiempo para sostenerse. Cuando se dio cuenta de su impulsivo accionar, se disculpo al momento.

-L-lo siento, me deje llevar. Creo que tendré que buscar un nuevo trabajo, algo más fácil en mi condición para solventar los gastos... - y si que los tenía, sobre todo de comida.

-Ehm, me retiro doctor, lo veo luego. - Kagami se levanto con dificultad, ya que todavía no se acostumbraba a las muletas.

-Espere. Hm, necesito ayuda en el consultorio. - sentencio, Kagami lo miraba atento sin interrumpir. -No es nada complicado, creo que sería capaz de poner al día la agenda de consultas. - concluyó el peliverde mientras se acomodaba sus gafas. La mirada esmeralda nunca hizo conexión con la rubí por tanto, la sonrisa radiante que Kagami mostraba no fue vista.

-Sabe primeros auxilios, ¿no?

-S-si. - respondió todavía de pie ante su, con suerte, futuro jefe.

-Entonces, también podría ayudarme con las curaciones y revisiones. - Kagami observó al megane ponerse de pie y caminar hasta plantarse frente a él. -¿Entonces, acepta?

-¡C-claro! ¡Acepto! Daré mi mejor esfuerzo, y seré de ayuda. ¿Cuando comenzaría? - Kagami comenzo a hablar realmente emocionado mientras, el peliverde internamente se debatía su accionar pero ahora no podia retractarse, además el joven frente a él parecía capaz de adaptarse a su paso.

La cirugía se dio. Al pasar las dos semanas en las que tenía que estar en descanso, Kagami no dudo en asistir a trabajar y aunque Midorima le dijo que no tenía que hacerlo todavía, al final lo dejó quedarse.

Las primeras impresiones varían mucho cuando empiezas a tratar a la persona más a fondo y por más tiempo que en una simple cita médica. Kagami era un desastre, y el hecho de que se moviera en muletas lo volvía aún peor. Se distraía bastante, apuntaba a medias sino es que mal los apellidos de los pacientes. A veces repetía citas en un mismo horario y Midorima tenía que dar la cara por su causa.

-Shintarou, si te perjudica más de lo que te beneficia, ¿por que no lo has despedido? - le había dicho en alguna ocasión Akashi Seijuro, uno de sus cercanos amigos y dueño de la farmacéutica que le distribuía los medicamentos.

¿Por que no lo ha despedido? Simple. Kagami era especial.

Cuando lo apoyaba en alguna curación o entretenía a los niños de algunos pacientes mientras estos consultaban era que las alas invisibles de Kagami se extendían en todo su esplendor. Se sentía un tonto al pensar así pero lo adjuntaba al sin fin de veces que le habían halagado por el "ángel" que tenía a su lado.

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