1. Mal humor

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La puerta se cerró detrás del joven ocasionando un ruido bastante molesto para él, en esos instantes. Los pies de Jules se arrastraban sin ganas por el pasillo, mientras que su rostro no reflejaba nada más que cansancio puro. Había sido un día bastante pesado como lo era usualmente y lo único que deseaba era descansar un buen rato.

-Has llegado- la voz femenina proveniente de la cocina lo hizo soltar un suspiro, se giró sobre su lugar y miro a la chica-.

-Sí, he llegado- respondió de una manera sarcástica y un tanto grosera-.

-Molesto, de nuevo- replico la muchacha con algo de resentimiento-.

-¡Si Delphine, vengo molesto de nuevo!- grito el chico con desesperación, ella elevo una ceja-.

-¡No es mi culpa, Jules!-imito su acción-.

-¿¡Es que acaso no puedo estar tranquilo un maldito momento!?- Jules se llevó una mano al cabello y tiro de el con fuerza-.

-En esta casa no se puede tener nada de eso desde hace tiempo- comento la chica mirándolo de recelo-.

- ¡Claro que no puedo!, ¡ni si quiera en mi propia casa eso se me permite, eres imposible!- le recrimino a la chica-.

- Y tú eres un idiota- lo miro fijamente para después entrar a su habitación-.

Jules solo un grito irritado, se colocó sobre el sofá y cubrió su rostro con sus manos. Mientras tanto Delphine, recostada en la cama trataba de no romper en llanto, su orgullo no iba a permitírselo, no podía mostrarse débil, eso nunca.

Esa noche Jules no durmió junto a su esposa, como las muchas otras ocasiones más en las que también habían terminado en discusión, su matrimonio se había convertido en eso. Gritos, reclamos e insultos, eso era su matrimonio ahora, cada vez más frecuentes, se había convertido en parte de la rutina.

La noche transcurrió y ambos se hacían las mismas preguntas ¿Cuándo fue que su matrimonio se había convertido en lo que ahora era?, ¿cuánto tiempo podrían soportar más esta situación?

A la mañana siguiente Jules despertó a causa del sonido de su celular, tenía quince llamadas perdidas de su mejor amigo, miro la hora, llevaba veinte minutos tarde, iba a matarlo.

Se puso de pie y corrió a la ducha, tomo el baño más corto posible y salió disparado hasta la habitación, abrió la puerta de golpe sin importarle si Delphine aún se encontraba ahí, miro unos segundos la cama, estaba vacía. Con movimientos torpes logro tomar un poco de ropa y vestirse. Peino su cabello y se dispuso a salir a toda prisa, pero fue interrumpido antes de poder cruzar la puerta de la casa.

-¿Ya te vas?- la voz lo molesto un poco más, parecía que las voz de su esposa ahora lo sacaba de quicio-.

-Sí, creo que es muy obvio ¿no te parece?- él no se molestó en siquiera mirarla-.

-Por supuesto que está muy claro, solo que creí que ibas a almorzar- contesto en defensa la muchacha- O al menos te despedirías- agrego antes de que el hombre replicara-.

El chico se giró, la miro frunciendo el ceño, casi molesto.

-¿Estás hablando en serio?- solo una carcajada y la muchacha apretó los dientes-.

-Sí, estoy hablando en serio-Jules giro los ojos, se encamino con prisa a la chica y quedaron uno frente al otro-.

-Lo siento, ¡adiós cariño!- dijo sínicamente y beso fugazmente los labios de su esposa-.

Ella lo miro un segundo, frunció el ceño y se dio la vuelta.

-Solo lárgate- respondió Delphine entre dientes y el chico salió a toda prisa-.

Una vez que la puerta se cerró Delphine dejo escapar un suspiro de cansancio, no soportaba la situación. No podía entender por qué su esposo se comportaba de aquella manera tan cruel, una lagrima recorrió su rostro, seguida de otra y una más, las cuales ella removió con rabia. No iba a permitirse eso, no podía dejar que las cosas le afectaran o al menos eso era lo que ella misma se quería hacer creer.

Salió de la casa con prisa y camino con prisa, no quería pensar, necesitaba olvidarse hasta de su propia existencia. Cruzo la avenida y corrió hasta llegar a un almacén, saco las llaves de su bolsillo y con movimientos torpes abrió la puerta. Se quedó un segundo mirando todo a su alrededor para después entrar y cerrar la puerta detrás de ella.

En cambio Jules, entraba a toda prisa al estudio fotográfico, donde lo esperaba su mejor amigo, molesto por la hora y media que llevaba de retraso.

-Te están esperando- menciono el muchacho con los brazos cruzados-.

-Lo siento tuve un par de inconvenientes- se excusó el joven encogiéndose de hombros-.

-Y esos "inconvenientes" ¿se llaman Delphine?- indago su curioso amigo, el cual estaba al tanto de los problemas, cada vez más frecuentes de su compañero con su mujer-.

-Sí, ha sido ella, me ha hecho un escándalo por no despedirme, a veces es tan... inmadura- se quejó Jules mientras ambos se dirigían con los clientes-.

-¿Has pensado en divorciarte?- sugirió su acompañante tomando su hombro-.

-No, solo son pequeños problemas, no es para tanto- respondió mas para convencerse a sí mismo que a su amigo, después de todo aun amaba a Delphine ¿no?-.

-Vale, yo solo decía- levanto las manos con calma y Jules rodo los ojos-.

-¿Por qué no has hecho tú la sesión?- cuestiono Jules a su amigo quien camino detrás de el-.

-Te quiere exclusivamente a ti amigo- guiño el ojo y sonrió pícaramente-.

Jules entro a la habitación donde tomaría las fotografías y al darse vuelta se encontró con una joven, mirándolo expectante la cual le sonrió una vez que sus miradas se encontraron.

-Mucho gusto, soy Bella- la joven extendió su mano para saludarlo-.

-Buenos días, mi nombre es Jules yo seré su fotógrafo- estrecho la mano de Bella-.

-Lo sé, uno de los mejores fotógrafos de la cuidad he venido aquí por eso, por ti- respondió ella sin dejar de sonreír y Jules carraspeo un poco incómodo-.

-Muchas gracias, ¿está lista para iniciar la sesión?- pregunto para ocultar su incomodidad y poder acabar lo más pronto-.

-Por supuesto- la joven se deshizo de la bata que llevaba puesta, la cual Jules no había visto quedando en ropa interior-.

Jules la miro unos segundos, observo cada detalle que le fuera permitido. Apretó los ojos con fuerza.

-¿Podrías sentarte aquí?- pidió Jules señalando el lugar, la chica hizo caso y el comenzó a fotografiarla-.

Pasaron varios minutos, para que la sesión terminara, los cuales fueron siglos para Jules, algo que nunca le había ocurrido en antiguas sesiones exactamente iguales. Después de vestirse la joven se acercó a él y le extendió la mano, Jules correspondió el acto y esta le entrego un papel para después salir del lugar.

Jules reviso el pequeño trozo de papel: "llamame" decía, seguido de su número celular.

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⏰ Última actualización: Jun 06, 2016 ⏰

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