3. Una presa para el demonio.

6K 218 5
                                    

Capítulo 3
Una presa para el demonio.

Voy a estacionar el auto y veo a una estúpida con pinta de mojigata en medio del camino así, que hago sonar mi bocina, ella se sobresalta y se aparta.

Me bajo del auto y escucho que Bridgit le dice algo, pero no le presto demasiada atención así que sigo mi camino y las chicas me siguen.

En todo el transcurso de nuestra caminata recibimos varias miradas desde deseo por parte de los chicos hasta de envidia por parte de las chicas. En todo cuento estúpidamente cliché hay un grupo de chicas que son unas brujas y son detestables con las personas. Sí, ésas somos nosotras, pero este no es un estúpido cliché, es la vida real y sí, somos unas brujas, pero no cometemos actos como reírnos del cabello de una chica fea y gorda, no, aquí hacemos que engorde más para que siga siendo nuestro payaso personal.

Somos como las reinas de esta escuela. No me caes bien, considérate invisible ante esta sociedad, pero si te invito a una de mis fiestas, sí que eres afortunado.

Caminamos hacia mi casillero para buscar los libros de la primera clase.

—¿Vieron a esa chica? —pregunta Bridgit.

—¿De qué estás hablando? —le pregunta Brooke mientras lima sus uñas. Tiene una cierta obsesión con ellas, dice que si no las tiene largas y perfectamente limadas, no podrá sobrevivir. Duró dos días sin llegar a la escuela porque se le quebró una uña y no podía conseguir cita en la manicurista. Es una perra loca.

—De la estúpida que casi atropella Sharon —responde en tono de burla Bridgit.

Ella es castaña, y una completa zorra. Ha hecho cosas impresionantes. Cosas que jamás se me hubiera pasado por la cabeza hacer. Por eso me cae bien o al menos es lo que le hago creer, a todas ellas.

Luego está Brooke, de cabello rojizo y caderas anchas. Como en todo cliché siempre hay una estúpida y descerebrada, no, no es ella y no es ninguna de nosotras. Tiene las mejores notas y le va muy bien, le gusta escribir y lo hace muy bien pero cuando se puso a trabajar conmigo encontró otras prioridades. Nuestros padres son socios y prácticamente nos obligaron a convivir, el caso es que nunca llegué a imaginar que se convertiría en mi amiga.

—¿Pueden dejar de decir estupideces? Mi teléfono suena —les digo a las chicas que se callan enseguida.

Saco mi celular y veo el nombre de Erik, reluciendo en la pantalla.

—Hola —contesto.

—Hola, amor —responde y en su voz puedo saber que está bebiendo. Qué raro.

—¿Qué necesitas, Erik? —le pregunto de mala manera. Las chicas y yo hemos desarrollado una confianza con él, que ya no debemos tratarlo de usted.

—Las chicas y tú deben venir hoy a mi casa, es urgente —responde cortante.

Miro a las susodichas que me preguntan con la mirada qué pasa.
Cuando llama Erik por algo es, obviamente, si no dice apenas contestamos que es para una fiesta, ya se sabe, que la llamada es de negocios.

—Pues... Sí, claro que podemos —contesto.

—No te estaba preguntando, te estaba ordenando —responde con voz dura y cuelga.

Ruedo los ojos frustrada, a veces no lo soporto, él es un excelente jefe en todos los sentidos, pero a veces cuando bebe es un poco altanero, le gusta que se haga todo como él dice y cuando él dice, es frustrante.

—¿Qué es lo que pasa? —pregunta Brooke en cuanto guardo mi teléfono.

Cuando le voy a responder la directora empieza a caminar hacia nosotras ¿de dónde diablos salió?

Deseos oscuros©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora