C I N C O

843 57 25
                                    

Salgo de la academia. Terminando otro estresante lunes.

Cómo suelo odiar los lunes. Colegio y clases de danza; nunca hay planes los lunes. No es como que todos los días los hubiera pero los lunes nunca pasaba algo bueno.

¿No le pasa a nadie más eso de odiar con fuerza los lunes y los siguientes días aborrecerlos un poco menos? Pues a mí me pasaba siempre.

Y no sólo era eso. Después de que había vacaciones y me despejaba por un determinado espacio de tiempo del instituto, lo único que deseaba era que llegaran pronto las próximas vacaciones. Para mí, nunca eran demasiadas.

Después de menos de una semana, ya me estaba hartando de todo nuevamente.

Ruego e imploro a diario que lleguen ya las vacaciones de fin de curso.

Quisiera pensar sólo en las clases de danza y olvidar los deberes escolares.

Veo a un chico correr con una botella de Gatorade llena de agua, bueno, llena era un decir solamente pues estaba lanzando el agua por la tapa.

—¡Corre, Michael, corre! —grita alguien más.

Miro al chico que llama al otro diciendo que escape de algo o alguien. Y lo que son las cosas, hoy no podía faltar; era el chico del autobús, mi chico del autobús.

—¡Detente, Adrik! ¡No es justo! ¡Son dos contra uno, eso es trampa! —gritaba uno detrás de ellos.

Su nombre, al fin sabía su nombre.

Adrik —susurro y lo veo detenerse un poco.

—¡Es guerra, aquí es todos contra todos! —ríe, se encoge de hombros y se echa a correr nuevamente.

Miro que él y su amigo de adelante comienzan a mojar al chico que iba siguiéndolos y, de pronto, se les acaba el agua. Ambos se miran mutuamente y le avientan las botellas.

—¡Idiotas! —comienza a mojarlos y, al terminársele el agua, le lanza la botella al llamado Michael.

—Tranquilo Brend, no te alteres amigo —Adrik ríe, pone su brazo sobre sus hombros y se sacude el cabello.

Muerdo mi labio y aprieto ambos puños. ¡Dios, qué bien que se veía!

—Parecemos niños —dice Brend en una especie de canto, acompañado con una fuerte voz.

—Sí, lamentablemente, es verdad —ríen todos y empiezan a caminar de nueva cuenta.

Voltea y se percata de mi presencia ahí. Permanezco quieta en la puerta de la academia, mirándolo al otro lado de la calle.

Sonríe, baja la mirada y vuelve con sus amigos. Comienzan a hablar con normalidad, por lo que ya no logro escuchar nada de lo que dicen.

Adrik voltea, me mira y guiña un ojo.

Rio y mis mejillas se sienten calientes.

—Hey, Rain, no te has ido aún —Melissa toca mi hombro.

—No, me distraje un poco —observo cómo se van perdiendo, él y sus amigos, entre la gente—. Ya me iba —suspiro.

—Bien, nos vemos mañana.

—De acuerdo —digo y le dedico una breve mirada.

—Deja de verlo ya —ríe y se va.

¿Cómo hacer eso? Dímelo, porque comienzo a perderme cada vez más en su mirada.

El Chico Del Autobús {HDC Vol. 1}Where stories live. Discover now